En las inmediaciones de la Parroquia de Sant Elm, poco antes de las 11 de la mañana, una multitud de fieles fue congregándose en espera del inicio de la tradicional procesión de La Borriquita, que contó con la participación de numerosos niños portando palmas y ramos de olivo bendecidos, tal y como manda la tradición en este inicio de la Semana Santa.
La expectación que levanta esta procesión, en la que se traslada la imagen de Jesucristo a lomos de un pequeño pollino, desde el barrio de La Marina hasta la Parroquia de Santo Domingo, se hizo patente a medida que el público fue arremolinándose en torno al paso que portaban los hermanos de la Cofradía del Cristo del Cementerio.
Acompañados por los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de la propia Cofradía del Cristo del Cementerio, la cuadrilla de costaleros (siete hombres y siete mujeres) siempre atentos a las órdenes del capataz Miguel Barnosi, emprendían la marcha con lento paso, logrando así un mayor lucimiento para la sagrada imagen de Jesús. Con total devoción y entrega, portaron en sus hombros una talla que cuenta con un peso aproximado de unos 200 kilos. A este respecto, Nieves Jiménez, vicepresidenta y costalera bajo el paso de La Borriquita, aseguró que «para mí es todo un orgullo cargar con la imagen sagrada de Nuestro Señor Jesucristo. Llevo como costalera desde la primera vez que salimos, hace ya ocho años». Asimismo, sobre el recorrido de la procesión y la dificultad que para ellos entraña el itinerario en pendiente ascendente hacia Dalt Vila, explicó que «se sufre un poco durante la subida, pero se sufre con gusto. Cuando llegamos arriba, el dolor que puedas sentir por el peso ya se te ha olvidado».
De este modo, paso a paso, recreando con sentimiento y devoción la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, La Borriquita fue ofreciendo a todos los presentes una hermosa estampa para la vista, al quedar enmarcada su silueta al contraluz frente al Portal de ses Taules, antes de cruzar bajo las murallas de la ciudad histórica de Eivissa.
A las 11:45, la procesión apuraba sus últimos instantes, haciendo acto de presencia ante la fachada de la Parroquia de Santo Domingo, entre aplausos y vítores de los numerosos fieles que allí esperaban su llegada.
Las armoniosas notas de la marcha ‘Cristo del Cementerio', dedicada al titular de la Cofradía, resonaron a los cuatro vientos, glorificando el verdadero comienzo de la Semana de Pasión.
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