El edificio de es Martell, el foco de las discusiones. | Armando Tur Molina

El Consell d'Eivissa, el Ayuntamiento de Vila y la Autoritat Portuària de Balears (APB) decidieron ayer dejar la decisión sobre el futuro edificio de es Martell para después de las elecciones de mayo, cuando se hayan formado los nuevos equipos de Gobierno. Así lo expresó ayer el presidente de la máxima institución insular, Vicent Serra. «La propuesta de la APB no gusta ni al Consell d'Eivissa ni al Ayuntamiento y a la vista del momento en el que estamos es mejor que pasen las elecciones y a partir de aquí que las mayorías y los nuevos equipos de gobierno decidan», precisó ayer Serra, quien reclamó que el edificio actual «se tiene que tirar abajo porque es incongruente que se mantenga en la fachada marítima». A la espera de qué pasará con es Martell, las obras del paseo desde el muro hasta la estatua del pescador continúan su ritmo.

Sin plazo

Tanto la máxima institución insular como el Consistorio mostraron ayer su rechazo por el nuevo edificio que plantea la APB, que tiene 626 metros cuadrados (1.700 m2 menos que el de ahora) y cuenta con oficinas y locales comerciales. A este respecto, la APB precisó que la propuesta que presentaron a las instituciones ibicencas «no excede lo que se propuso inicialmente, pero sí incorpora mejoras».

El ente portuario se mostró ayer flexible en cuanto a que reconoció que la actual instalación, que lleva en desuso desde 2013 (únicamente quedan dos oficinas en activo), debe derribarse, pero quiso precisar que esto no implica que allí no se haga nada, pues necesita un espacio para dar servicio a las marinas deportivas, por lo que el derribo no se producirá «hasta que no haya conformidad sobre el nuevo edificio». Una acción, por tanto, que no se verá hasta pasadas las elecciones y la temporada turística. «No hay plazo para derribarlo. El Ayuntamiento la voz que tiene son los acuerdos del pleno, que es soberano, y es en esta línea donde debemos seguir», explicó la alcaldesa de Vila, Virginia Marí, quien recalcó que el edificio «no gusta» al Ayuntamiento. El president del Consell, por su parte, defendió que hay que «hablar en un clima de consenso».