Las jornadas de objetivos celebradas por el Govern recientemente han servido para poner en evidencia que el equipo de José Ramón Bauzá vive en un estado de feliz autocomplacencia alejado de la realidad. Las palabras de la portavoz del Govern, Núria Riera, en las que afirmaba que este es el Ejecutivo de los trabajadores producen sonrojo habida cuenta de los profundos recortes en los servicios públicos básicos, como sanidad y educación, que ha acometido el Ejecutivo balear durante estos cuatro años y que han dejado a muchos trabajadores en un estado social precario.

Más allá del eslogan.

Las declaraciones de la portavoz traslucen la verdadera preocupación del Govern del PP ante lo que puede suceder en la jornada de las elecciones autonómicas. El PP tiene miedo de perder las elecciones y estos días ha quedado claro que hará todo lo que esté en su mano para tratar de evitar una hecatombe electoral, aunque para ello tengo que dejar a un lado su ideología. Intentar recurrir al apoyo de la clase trabajadora ante la evidencia de que los votantes naturales de los ‘populares' están pensando muy seriamente quedarse en casa es una muestra de profunda debilidad.

Humildad y autocrítica.

Tal vez el PP sería capaz de recuperar a una parte de este electorado que ha perdido si demostrara una humildad de la que hasta la fecha ha carecido. Los ciudadanos pueden perdonar a un president moderado, que reconoce que puede haber cometido errores, que trata de corregir aquello en lo que ha errado y que pide perdón por ello. Lo que no perdonarán los ciudadanos es un Govern arrogante, incapaz de hacer autocrítica y que recurre a subterfugios electorales, como atribuirse la representación de los trabajadores, para tratar de ganar unas elecciones que de antemano tiene perdidas. Esa es, precisamente, la imagen que transmitió la portavoz del Ejecutivo de José Ramón Bauzá.