«Tal vez haya menos gente que otros años porque hoy es miércoles, día laborable y día de escuela para la mayoría, aunque bueno, ya se sabe, Santa Agnès es un pueblo muy pequeño, que apenas tiene su plaza, su iglesia y las zonas deportivas», bromeaba Toni, un vecino del pueblo, al ver la escasa gente que esperaba fuera del templo a que terminara la misa.
Precisamente, durante la omilía, oficiada por el Obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, la sensación era parecida. El templo no estaba lleno y afortunadamente no se vivió el agobio por la aglomeración de fieles que se sufre en otras localidades. Algo que agradecieron algunas personas, sobre todos las más mayores. «Veo menos gente que en otras ocasiones pero sinceramente, yo lo he agradecido porque así he podido estar más cómoda en el banco y he podido seguir con más atención la misa del día grande de mi pueblo, que me sigue emocionando como el primer día», aseguró María, una de las más veteranas de la fiesta con unos muy bien llevados 86 años.
Procesión sin almendros en flor
Tras la celebración de la misa, de una hora de duración, llegó la procesión. La marcha, como es habitual salió por la puerta lateral del templo y tres imágenes desfilaron precediendo a la de Santa Agnès, portada por cuatro mujeres, a dos niñas, a los sonadors y balladors, y a la amplia representación política y eclesiástica. Desgraciadamente, y tal y como se lamentó Pep, este año resultó «menos vistosa» que en otras ocasiones puesto que aún los almendros no han florecido. «Es una pena porque esta procesión es una de las que siempre deja imágenes más bonitas para guardar en casa pero bueno, no pasa nada, lo importante es que la santa ha salido y regresado sin problemas», comentó este pagès exrecolector de almendras de 72 años.
La llegada al templo de las imagenes fue el preludio del momento más esperado por las personas aglutinadas en la pequeña plaza: el espectáculo de ball pagès. Organizado este año por sa Colla de Sant Rafel, los representantes de todas las agrupaciones del municipio de Sant Antoni no defraudaron e hicieron las delicias de los que estaban a pie de calle y de los que estaban sentados en el particular anfiteatro soleado que siempre ofrece la terraza del bar Can Cosmi. Unos y otros se hartaron a aplaudir la extensa demostración de folclore tradicional al tiempo que el reparto por parte de la Asociación de Vecinos de Corona de más de un centenar de bunyols y varios porrones de vi pagès, en torno a las 13,30 horas, hacía su aparición a la hora exacta para satisfacción de los estómagos más hambrientos.
Finalmente, la jornada matinal terminó con el desfile de carros, también más escaso que en otras ocasiones. Apenas tres de barana y otros cinco tirados por ponys hicieron acto de presencia. Sin embargo, nada ni nadie puede con la ilusión de los vecinos de Corona. «Somos un pueblo pequeño pero siempre organizamos una festividad grande porque todos los que acudimos amamos esta zona, el valle más bonito de la isla», concluyó Pep.
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