El montaje -que recibió el Premio Max 2014 al mejor espectáculo revelación- explicó, sin mediar palabra, la historia de tres intérpretes que, tras ser despedidas de sus respectivas orquestas, unen sus fuerzas para afrontar su precaria situación.
Músicos callejeros
Así, Ana Hernández (violín), Mayte Olmedilla (viola) y Lila Horovitz (contrabajo) dieron vida a tres artistas que se ven abocadas a ejercer de músicos callejeros.
Las primeras piezas del trío desprendían cierta tristeza, aunque las aderezaron con un punzante espíritu burlón mediante continuas travesuras arrancadas de sus instrumentos. En apenas un par de números ya tenían al público en sus bolsillos.
Poco a poco, se abrieron complicidades entre ellas, mientras desgranaban un excelente repertorio musical que transitó entre sonidos clásicos (Vivaldi, Bizet o Leopold Mozart), con incursiones al jazz o el soul, pero sobretodo con un claro acento argentino (Piazzolla), añadiendo además guiños a temas populares como ‘La cucaracha' o ‘La pantera rosa'.
Hubo momentos impagables, como el tango que se marcó Horovitz literalmente con su contrabajo, tocándolo a la vez que le hacía de pareja de baile; una exhibición de Hernández, sacando notas a su violín mientras se mantenía de puntillas con sus zapatillas de ballet; o el popurrí mientras hacían ‘zapping' en un pequeño televisor, donde salieron de sus cuerdas hasta los sonidos de una carrera de Fórmula 1.
Al final del espectáculo, dos tentadoras ofertas de trabajo amenazan la unión que les había permitido superar sus fracasos, pero renuncian a su carrera individual y optan por mantenerse juntas.
Para celebrar la decisión, The Funamviolistas terminó su show con un bis que culminó con 'Belleville rendez-vous', que el público acompañó con sus palmas, entusiasmado y agradecido por los equilibrios escénicos y musicales de estas tres músicos convertidas en artistas.
1 comentario
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Musica contra la precariedad y arte para hacer que ésta sea más llevadera. Tres superartistas que hacen que todo parezca fácil gracias a su virtuosismo y a su saber escénico, pero tambien gracias a los que no se ven, su director y sobre todo a su tratamiento del sonido con su técnico a los mandos, a pesar de que al final, según dijo él, no estaba del todo contento. Todo un espectaculo que te reconcilia con la vida.