—¿Cuándo empezó a bailar?
—Me inicié en la escuela Caprincorn de Eivissa, con cinco años. Lo compaginé con los estudios. Mis padres me dijeron que, antes que nada, tenía que sacarme la selectividad y así lo hice. Luego me fui a Barcelona y cursé un año de escultura y dibujo en la escuela Massana, pero tenía el gusanito de bailar...
—Y se fue a Londres...
—Sí, me fui de un día para otro, a la aventura. En Londres hice clases abiertas de baile probando diferentes técnicas y luego conocí a gente que me fue guiando hasta que conseguí una beca en una escuela de baile.
—Al principio debió ser duro...
—En realidad no tanto, la verdad es que adaptarse a una gran ciudad no es fácil, piensas que al venir de un lugar más pequeño va a ser más difícil pero uno ha de tener las cosas claras y valorarse. No importa de donde vengas pero lo que hay que tener claro es a dónde quieres llegar, hay que saber a dónde debes ir y qué pasos seguir. Pero es verdad que adaptarse a una gran ciudad lleva su tiempo, pero siempre se consigue.
—¿Como consiguió la beca?
—Hice muchas audiciones, me cogieron en varias y me rechazaron en otras, pero entre las que me admitieron pude escoger.
—¿Le gustó Londres?
—Estuve 14 años y me encantó. A ratos se hacía cuesta arriba pero la verdad es que la ciudad me gustó mucho. En cuanto al clima, la verdad es que al final ya se te olvida. En realidad los veranos son muy buenos, no se si la gente se da cuenta porque se van fuera, pero en los meses calurosos se está muy bien.
—Pero volvió a Eivissa...
—Sí, hace unos tres años que establecí mi domicilio en la isla aunque estoy a caballo entre Madrid y Londres.
—¿Por qué volvió?
—Decidí volver porque con la edad empiezas a buscar cosas nuevas, cambios. Pero la verdad es que lo llevo estupendamente bien. Eivissa me encanta, pero de vez en cuando necesito escaparme un poquito y el hecho de ir a trabajar fuera es como un soplo de aire fresco, me encanta.
—¿Cómo ve el panorama de la danza en Eivissa?
—Bueno, yo creo que poco a poco se van ampliando horizontes, ahora se han abierto un montón de escuelas de danza y cada vez hay más oferta en Can Ventosa. Creo que los ibicencos estamos más abiertos a recibir el mundo de las artes y poco a poco estamos reeducando al público para que venga más al teatro.
—¿Qué podremos ver el sábado?
—En ‘Walking City' se fusionan varias disciplinas: danza contemporánea con un toque moderno, circo, aéreos y números de ilusionismo. Hacemos un recorrido por una gran calle de una gran ciudad, con personajes comunes en los que el público puede verse reflejado. Parodiamos las nuevas tecnologías y la obsesión que tenemos por ellas con un tono humorístico.
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