Hace exactamente cinco años, en 2009, una noticia sobre Eivissa dio la vuelta al mundo. No fue una muerte, un accidente, un incendio, una visita de rostros conocidos de la moda, el cine o la televisión o una fiesta organizada en una gran discoteca. Fue una supuesta profecía emitida por el famoso vidente francés Michel de Nostradamus (Saint-Rémy-de-Provence, 14 o 21 de diciembre de 1503 – Salon, 2 de julio de 1566) en la que afirmaba que Eivissa sería «el último refugio en la tierra cuando llegara el día del juicio final», allá por el año 3797.
Aunque nunca nadie ha sido capaz de descifrar con exactitud lo que quería decir este médico y consultor astrológico provenzal de origen judío en su obra profética Les Prophéties, publicada por primera vez en 1555, lo cierto es que, en escasos días, esta supuesta profecía, con distintos matices, corrió como la pólvora por Internet, publicaciones especializadas, guías turísticas, folletos y periódicos de todo el mundo.
Uno de los ejemplos más llamativos fue el de la prestigiosa revista Escritura Pública, editada por el Colegio de Notarios de España. La publicación dedicó, en su número 53, un extenso reportaje en el que, entre otras cosas, se confirmaba que «Nostradamus puso a Eivissa en el imaginario mágico de Europa al dejar escrito que la isla será el único refugio posible en la tierra cuando llegue el día del juicio final». Y para rematar, el autor del artículo se atreve a ir más allá: «Gracias a las corrientes de aire de la isla, ésta sería el único lugar seguro en caso de que se produzca una guerra nuclear».
Además, y para echar más leña al fuego, algunos de los textos que se publicaron entonces llegaron a asegurar que Michel de Nostradamus, que vivió en el siglo XV, estuvo en persona en Eivissa y que «se enamoró» de la isla.
Nota de prensa
Incluso el Ayuntamiento de Sant Joan se unió a esta corriente y se atrevió a lanzar una masiva nota de prensa en la que situaba el epicentro de la profecía ni más ni menos que en el municipio de Labritja y que llegó a 250 medios de comunicación nacionales e internacionales en noviembre de 2009. Y todo porque en Sant Joan «conserva intactas sus costumbres, su paisaje, su gastronomía y su cultura».
Sin embargo, la nota de prensa estaba destinada fundamentalmente a fomentar el turismo en esta zona de la isla, sobre todo «la Eivissa mágica», dentro de una campaña lanzada por el propio Ayuntamiento. Por ello, no es extraño que en esta misma nota de prensa se incluyera otra sorprendente afirmación, sobre todo para todos aquellos que conocen las costumbres y tradiciones más arraigadas en la isla: «Son todavía muchos quienes se cuelgan del cuello, como hace cientos de años, un saquito de lino o cuero con arena de alguna de sus majestuosas playas, si precisan viajar o volver a sus lugares de origen. La paz de esta tierra, como a los antiguos fenicios, púnicos o romanos, les protegerá de las malas vibraciones».
Cinco años después, el misterio sigue abierto. Ningún experto en la figura de Michel de Nostradamus y en sus famosas predicciones ha sido capaz de confirmar fielmente si realmente dijo que Eivissa sería el último refugio en la tierra cuando llegara el día del juicio final, porque el nombre de la isla no aparece ni en sus profecías, ni en las cuartetas de sus centuras ni en sus almanaques. Tal vez el problema sea que nadie ha sido capaz de descifrar con exactitud sus textos.
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¿Una noticia? Por favor, un poco de nivel. Un mínimo de seriedad.