Con puntualidad casi británica a las nueve de la mañana de ayer una voz mecánica surgida de un altavoz dio entre risas nerviosas la bienvenida al buen número de padres y niños que esperaban con impaciencia el primer día de clase en el nuevo colegio de Sa Joveria de Vila. Antes, durante los minutos previos y entre risas, saludos, abrazos, reencuentros, y las preguntas de todos los años sobre el verano, la emoción había ido en aumento a pie de calle ante la perspectiva de dejar atrás la lucha contra los barracones que durante años han hecho de improvisadas clases en el colegio de Es Pratet.
«Estamos contentas y a la vez nerviosas y emocionadas porque con la apertura de las puertas por fin vemos cumplido el sueño de tener un colegio en condiciones para nuestros hijos», confesaban Carmen y Melissa, las madres de Daniela y Jasmina, de 4 años, resumiendo el sentir de muchos de los padres presentes.
Y llegó el momento de entrar. Tras superar un cartel que les daba la bienvenida con una gran sonrisa pintada de azul y a Carolina Alcaraz, tutora de los niños de tres años que inmortalizaba el momento con su máquina de fotos, lo primero que se encontraron los pequeños fue un buen número de cajas acumuladas en los pasillos y algunos muebles aún por colocar consecuencia de haberse firmado la recepción de la obra este mismo jueves a las doce de la mañana.
Sin embargo ayer nada de eso importaba porque lo importante en este primer día era conocer a fondo el nuevo centro en el que estudiarán más de 400 alumnos este año. Sin embargo, para muchos no fue una tarea fácil a pesar de que el equipo directivo colocó útiles planos del centro y algunas profesoras se esmeraban en dar las indicaciones oportunas. «Los niños vienen con una ilusión tremenda por conocer sus clases, el patio, el gimnasio o el comedor, pero entre las carreras y los nervios, no es fácil encontrar las cosas cuando se está acostumbrado a un colegio de aulas prefabricadas mucho más pequeño como era Es Pratet», explicó a este periódico la propia Carolina Alcaraz.
No en vano, sólo una pequeña proporción de nuevos alumnos conocían algo de su nuevo colegio. «Sólo los pequeños que hicieron el taller del módulo de construcciones pudieron venir aquí algunos días y escuchar como los arquitectos les explicaban todo lo que estaban haciendo y como quedaría su nuevo colegio, pero para el resto está resultando un mundo totalmente nuevo por descubrir», confirmó esta misma profesora.
Durante la visita, la mayoría de los pequeños quedó encantado con el patio, a pesar de que sus naranjos no han crecido lo suficiente, y con el gimnasio, aunque finalmente cada uno tenía su preferido. «Por lo que nos comentan los padres y los niños y viendo el lugar donde se están acumulando para charlar entre ellos, parece que lo que más les ha impresionado del centro es el patio porque les parece enorme en comparación con el que tenían, pero también están muy emocionados con sus nuevas clases y todo lo que van a encontrar en ellas», aseguró María Cuerda, profesora de Audición y Lenguaje y una de las encargadas de orientar a las familias en su primer viaje por el colegio.
A pesar de alto grado de satisfacción también hubo tiempo para proponer alguna que otra mejora, sobre todo relacionadas con el aparcamiento y con un suelo resbaladizo y traidor que provocó algún que otro resbalón inoportuno. «Todo está muy bien pero sería necesario que se habilitara alguna zona para aparcar porque teniendo en cuenta que muy cerca de aquí también está el colegio de Can Misses, a las nueve de la mañana esto puede ser un caos tremendo de coches en doble fila», confirmó Ana, madre de Martina de cinco años.
Estreno de Sa Bodega
El otro colegio que estaba de estreno ayer por la mañana en Vila fue el de Sa Bodega, en el barrio de es Clot. De forma gradual y por grupos, los 275 alumnos que darán clase en este colegio que se inauguró el jueves con una amplia comitiva de autoridades, fueron conociendo unas instalaciones que cuentan con la peculiaridad de tener visible en sus bajos un yacimiento arqueológico correspondiente a los restos de unas termas de época romana.
«Tras el día de estrés que supuso la inauguración del jueves de momento el primer día está siendo tranquilo porque sólo consiste en una vista guiada con el tutor de 09,00 a 14,00 horas para los más mayores y una hora de adaptación para los niños de tres años», explicó Margarita Guasch, la directora del centro.
Y al igual que en el colegio de Sa Joveria, los niños quedaron encantados con las instalaciones, sobre todo con el gimnasio y con los patios exteriores. «Está claro que aún quedan algunos flecos, como arreglar el timbre de la entrada o subir la altura de la valla del patio para que los balones no vayan a parar contra las casas o contra los transeúntes, pero de momento, por lo que me cuentan todos el resultado está siendo satisfactorio», concluyó Guasch.
1 comentario
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Lo que tenía que ser algo provisional se alargó durante demasiados años, pero por fín nuestros hijos podrán tener un colegio en buenas condiciones. A ver si acondicionan un aparcamiento, pero ya, que no tengamos que esperar otros 5 años.