En este sentido, reclaman que las instituciones insulares amplíen la veda de caza de estas aves para evitar lo que temen se convierta en los próximos años «la peor plaga que hemos sufrido nunca», según apunta el propietario de la bodega Can Rich, Toni Costa.
Moscatel
Por su parte, el responsable de la bodega Sa Cova, Joan Bonet, afirma que las palomas torcaces «este año se han comido toneladas de uva» y señala la moscatel como la variedad más afectada «porque madura antes y porque, en nuestro caso, son las vides que tenemos ubicadas junto al bosque, donde se refugian estas aves».
La ausencia de un enemigo natural que limite su reproducción y una limitada veda de caza han permitido una perfecta aclimatación de esta especie en las Pitiüses, donde antes solo migraban temporalmente y ahora cría y se reproduce sin ningún obstáculo.
La veda de estas aves se inicia en la segunda quincena de agosto, cuando ya ha causado graves estragos en las vides, permitiendo solo cuatro días hábiles y seis piezas por cazador, ratios que se amplían de octubre a diciembre.
Bandadas
Costa denuncia que ha visto buena parte de sus terrenos arrasados por bandadas de centenares de ejemplares, que incluso están atacando la oliva verde y otros campos de la huerta en lo que califica «un desastre total si no se pone remedio».
Por todo ello, los productores vinícolas consideran esencial la unidad de todo el sector agrícola y la colaboración de la administración para frenar el importante incremento de población de estas aves u sus nefastas consecuencias para el campo de las Pitiüses.
A esta problemática, se añaden los efectos de la sequía, que ha provocado el adelanto de la vendimia –entre dos y cuatro semanas en función de la variedad de uva y de los distintos microclimas de cada zona- y un importante descenso en la producción, según evidencian la mayor parte de productores preguntados por este periódico. Así, en Sa Cova indican que este año obtendrán unos 25.000 kilos, lo que supone entre un retroceso del 60% respecto al año pasado. Por su parte, Can Rich, que ya ha finalizado la vendimia, ha experimentado una bajada más tenue, de en torno a un 20%, quedándose con una producción de 100.000 kilos.
Como excepción, la bodega Totem Wines ha podido incrementar sus cifras, aunque ello se deba a la incorporación de nuevas fincas que en años anteriores venían cuidando pero no explotaban comercialmente y que le permitirán lanzar su primera cosecha de vino blanco, con una modesta tirada de 4.000 botellas.
«La sequía nos ha perjudicado más que los pájaros», manifiesta el enólogo de esta bodega, David Lorenzo, quien detalla que la empresa pasará de 75.000 kilos de uva en 2013 a 85.000 este año, aunque lejos del ambicioso objetivo que se había marcado de llegar a los 100.000.
A pesar de todas las dificultades, los productores coinciden en afirmar que la severidad climática de este año hará que los caldos resultantes ofrezcan más calidad e intensidad de lo habitual, al tener el fruto más piel que mosto y ofrecer mayores concentraciones de azúcar.
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