El futuro del Mercat Nou inquieta a quienes allí tienen comercios y puestos de alimentación. La llegada de las grandes superficies y el incremento de la competencia disminuye cada vez más las ventas de este histórico mercado municipal. Por ello, la mayoría de los comerciantes se inclina por renovar las instalaciones. La cuestión radica en cómo y cuándo se hará la reforma (si antes de que acabe la concesión actual, que caduca en mayo de 2018, o después de esta fecha), cuánto aumentarán los cánones anuales por estar el nuevo mercado, cómo se organizará la explotación comercial y cuál será la ubicación provisional mientras se lleven a cabo las obras.
La empresa pública Mercasa ya anunció el lunes que elaborará un anteproyecto de reforma cuyos resultados presentará en febrero. Mientras tanto, se decanta por la prudencia y prefiere no adelantar posibilidades.
Desde hace tiempo, una nube de incertidumbre generada por la anunciada reforma recorre este mercado municipal, que cuenta con cada vez más puestos cerrados. «No tenemos información, nadie nos dice cómo será la reforma ni dónde nos van a ubicar. Las obras deberían empezar cuando acabe la concesión, no antes. Esto ha cambiado mucho en los últimos años: a más competencia la gente se reparte. Y aquí tenemos el problema del párking; si la gente joven tiene que dar muchas vueltas para aparcar se va a otros supermercados con párking», aseguraba ayer Catalina, que regenta uno de los puestos de frutas y verduras más antiguos del Mercat Nou. A esta inquietud por la ubicación se suma el que muchos consideran como previsible aumento del cánon cuando esté concluida la reforma y se haya definido la forma de explotación comercial. Cabe recordar que el concejal de Mercados de Vila, Rai Prats, aseguró el lunes que los comerciantes actuales tendrán prioridad.
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