A partir del 6 de junio se pondrá en marcha de nuevo el mercadillo artesano de los jueves por la tarde. | R.U.
El día a día de Sant Rafel no transcurre alrededor de una plaza, espacio que muchos vecinos echan de menos. La ubicación de la iglesia de la localidad, situada sobre una elevación, ha marcado su desarrollo. «Es un pueblo acogedor, pero la verdad es que ha crecido mal», resume Laura Ramón, propietaria de la ferretería. Esta vecina que pide que el ayuntamiento no reduzca aparcamientos también opina que la carretera que cruza el pueblo «es lo que da vida a Sant Rafel, si lo peatonalizaran sería un error». A favor o en contra de proyectos que alguna vez han estado en boca de los residentes, lo cierto es que muchos echan en falta un lugar para pasear. «Ahora acaban de terminar la nueva acera que lleva hasta el campo del fútbol y es por donde pasea la gente mayor», explica Pepita, empleada en uno de los supermercados.
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