El PSIB está convencido de que tiene una buena pieza política entre manos con los negocios y el patrimonio del president Bauzá y no la va a dejar escapar fácilmente.

Ayer, el portavoz adjunto de los socialistas, Vicenç Thomàs, dejó caer una ‘bomba' durante el pleno del Parlament que hizo cambiar el rostro del president. Bauzá arqueó los ojos, apretó los dientes y miró fijamente a Thomàs y al grupo socialista, que no le estaba preguntando a él sino al portavoz del Ejecutivo, Rafel Bosch.

Thomàs, en un tono duro, preguntó a Rafel Bosch por los motivos por los que el president estaba dilatando la entrega de su declaración de actividades, le preguntó por qué no había aclarado aún sus relaciones con Borja Rupérez (que fue gerente de IB3 y al que Bauzá debía dinero) y por qué no se había querellado aún con Aproba, la asociación de productoras que reveló que estaban circulando unas grabaciones «muy comprometidas» para el president.

Rastreo de propiedades

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Y Thomàs no se detuvo ahí: le dijo que su su participación como administrador de dos empresa y la titularidad de su farmacia le hacía incompatible para el cargo. Y comentó: «el problema es ahora la farmacia, además saben que antes renunciará a ser presidente que a la farmacia porque necesita de la farmacia para hacer frente a sus hipotecas».

Bosch quedó desconcertado. Sólo acertó a pedir a los socialistas que se dejaran «de peroratas» e hicieran una oposición constructiva. Miró a Bauzá y a Gómez y se oyeron murmullos.

El socialista Antoni Diéguez, fuera del pleno, explicó que había analizado las propiedades de Bauzá y que había calculado que tenía que hacer frente a hipotecas mensuales de 10.000 euros, incluidas las de su casa y de la finca rística de Son Gual.

«Con cinco mil euros de president» no las paga», comentó el socialista.

El PP se mostró muy molesto y es previsible que esta mañana presente una queja en la reunión de la Mesa y la Junta de Portavoces del Parlament.