20 años atrás
El cuervo es una especie sedentaria que en la Isla, hace 20 años, era muy común. «Era habitual ver grandes grupos alimentándose en la zona del vertedero y se encontraban nidos en la costa y en las canteras, se mantenía una buena población en Eivissa», indica Martínez. «Fue hace ocho o nueve años cuando nos dimos cuenta de la mala situación en la que se encuentra el cuervo», explica el ornitólogo, que piensa que esta disminución se debe al abandono del uso ganadero en Eivissa, «ya que buena parte de su dieta procede de la carroña, aunque también pueden llegar a cazar ratones». Martínez encontró hace años cuervos comiendo conejos muertos, un tiempo en el que tampoco era extraño encontrar cadáveres de estas aves bajo tendidos eléctricos.
En el pasado, señala Martínez, el furtivismo también fue un problema para el cuervo ibicenco, ya que estas aves en ocasiones cazaban pollos de gallina, aunque no cree que esto, en la actualidad, represente un problema.
El ornitólogo piensa que una manera de intentar recuperar el cuervo en la Isla, y que también serviría para dar estabilidad al buitre leonado -un animal que en las últimas semanas se está dejando ver por las Pitiüses aunque se trata de ejemplares en mal estado precisamente por la falta de comida- sería la creación de «una red de pequeños muladares, ahora que de nuevo son legales». Por su parte, García piensa que contar con al menos un muladar sería básico si se quiere recuperar la población de cuervos. García explicó que la desaparición de esta especie supone la eliminación de «un dispersivo de semillas más», lo que puede afectar negativamente a la reproducción de, por ejemplo, la sabina. También recordó que en las Pitiüses ya ha desaparecido el murciélago ratonero grande (Myotis myotis), el murciélago grande de herradura (Rhinolophus ferrumequinun) -aunque hace poco se encontró una pequeña población en Formentera-, el águila pescadora, la garduña (Martes foina) y el chorlitejo chico (Charadrius dubius), del que sólo quedan entre tres y cinco parejas en la zona de la torre de sa Salt Rossa, en Platja d'en Bossa.
Un buitre leonado que no pudo sobrevivir
El naturalista David García estaba el pasado 1 de abril anidando pollos de cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) en s'Illa des Penjats cuando se encontró bajo una roca el ejemplar de buitre leonado (Gyps fulvus) de esta imagen. García entregó este animal, que alcanza una envergadura de tres metros, a los agentes de Medi Ambient, que lo llevaron al veterinario. El leonado, agotado y desnutrido, murió al día siguiente. Se trata de una especie que, tradicionalmente, no habita en las Pitiüses, aunque en las últimas semanas se han visto algunos ejemplares. Los últimos de los que se tiene noticia fueron avistados en la zona del ‘torrent del gat' de la Mola, en Formentera. Todo apunta a que se trata de ejemplares que llegan a las Pitiüses desde la sierra de Tramuntana de Mallorca. Allí se establecieron varias parejas -que, además, ya han procreado- después de que en 2008 cerca de un centenar de ejemplares fueran empujados por fuertes vientos desde la Península hasta Menorca. Recientemente, el cadáver de uno de estos animales fue encontrado en la playa de Portinatx. Previamente, fueron avistados algunos ejemplares en la zona de Cap Llentrisca, es Puig de s'Aguila y sa Cala de Sant Vicent. En Eivissa estas aves no encuentran alimento, ya que la práctica de la ganadería es prácticamente testimonial y no hay muladares.
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