Uno de los clásicos de cada verano para los estudiantes es la odisea de encontrar un empleo que les ayude a pagarse sus carreras y, en el caso de muchos ibicencos, su estancia fuera o, como mínimo, sus gastos personales.
Hace ya cinco años que Ainhoa trabaja en una tienda de gafas de sol, desde mayo a septiembre u octubre. «Me ayuda a pagar parte de mis estudios, pero sobre todo, mis gastos diarios y el alojamiento», explica la joven, que vive en Palma. «Intento no depender de mis padres y sólo recurro a ellos cuando me he quedado sin nada, lo que suele pasar los últimos meses del año». Ainhoa está a punto de empezar Magisterio de Eduacación Primaria, pero ya tiene un título en Animación Sociocultural y otro de Personal Shopper. «Mi trabajo no tiene mucho que ver con mis estudios, pero sí que me ayuda a relacionarme con las demás personas», asegura la ibicenca, quien se considera una persona «extrovertida» y a quien le gusta «el trato con la gente». Además, siendo una experta en moda, Ainhoa puede asesorar a sus clientes y ver qué es lo que mejor les queda, siempre teniendo en cuenta que «ellos tienen la razón y tienes que ser educada».
Sus horarios pueden ser complicados a veces, porque le van cambiando los turnos: «Este año estoy más tranquila al no tener que estudiar, pero otras veces me era difícil levantarme temprano si había trabajado de noche», asegura Ainhoa.
Asier, estudiante de Medicina en Barcelona, vive una situación similar. «Hace tres años, mi madre, que trabaja en el aeropuerto, me comentó que había un sitio libre como camarero y desde entonces trabajo allí todos los verano», explica. Se trata de un empleo que no guarda ninguna ralación con sus estudios, pero que le permite hacerse con algunos ingresos para financiarse sus 'caprichos'. «Para pagar la universidad no me alcanza, tal vez si hiciera una jornada completa de cuarenta horas, tal vez podría». El joven comenta que normalmente hace «veinte horas semanales los fines de semana», un horario que acordó con su jefe pues durante el mes de julio estuvo haciendo prácticas en el hospital de Can Misses entre semana. De no haber podido contar con esta jornada, le hubiese sido «complicado compaginar las dos cosas», algo que le preocupaba pues para él las prácticas le han servido para «tener un primer contacto con la realidad, lejos de los libros de texto», una experiencia que no le proporciona su trabajo actual.
Mónica sí que ha podido adaptar su empleo a sus estudios. Acaba de terminar Filología inglesa y está a punto de empezar el máster que le permitirá ser profesora. Mientras, da clases de repaso en una academia, «de todo un poco, pero de inglés principalmente», explica. «Empecé el verano pasado aquí y el trabajo me queda cerca de casa», añade Mónica. A pesar de que no es lo mismo que enfrentarse a una clase oficial, esta oportunidad le permite «ir enfrentándome al grupo, así no me vendrá de nuevo cuando tenga que hacerlo». Este año, la joven profesora sigue un horario completo, aunque el año pasado trabajaba menos horas lo cual le permitía «poder estudiar para los exámenes», algo que no tiene que hacer esta vez. Mónica recuerda que tuvo mucha suerte cuando empezó a buscar empleo, pues le interesaba encontrar algo de su propio ámbito y se dedicó a repartir currículums hasta que lo dejó «aquí y justo coincidió que la profesora de inglés no estaba en verano», por lo que tanto la academia como ella salieron ganando.
Quien también da clases de repaso es Arturo, pero él lo hace por su cuenta. «No estoy contratado en ninguna empresa sino que voy a casa de los chicos y los ayudo desde ahí, lo que es más cómodo tanto para ellos como para mí», explica Arturo. Estudia economía en Alcalá de Henares, por lo que suele dar clases «tanto de matemáticas, lo más demandado, como de economía» a jóvenes de ESO y Bachillerato. «Puedo repasar cosas que estoy estudiando en la carrera, aunque sean básicas», asegura, por lo que además de ganarse unos ahorros, puede revisar lo que va aprendiendo en la universidad. En realidad, el principal interés de Arturo para este verano era encontrar alguna empresa donde pudiera hacer prácticas, pero no ha tenido suerte por lo que ha optado por este trabajo, que lleva ejerciendo todos los veranos desde hace tres años. Y por si fuese poco, Arturo, que también es músico, toca «en algunos bolos de las bandas municipales» para terminar de pagar sus gastos personales. «Las becas me financian los estudios, pero mientras espero cobrarlas, me va muy bien este dinero para ir tirando», sentencia el joven.