Cuando enfundada en su vestido morado Romana Alarcón entonó ayer por la tarde sus primeras estrofas, la hasta entonces bulliciosa biblioteca del Complejo Residencial para Mayores Santa Eulalia se llenó de un respetuoso silencio.
Y es que la cristalina voz de la cantante de origen marroquí, unidas a las notas del pianista israelí Yoav Ilan son capaces de embrujar a cualquiera.
Con ello lograron, como afirmaba esta cantante que ha sido seleccionada para formar parte del Circo del Sol durante su gira 2012-2013, que «más que una terapia de voz lo que les ofrecemos sea un pequeño regalito de salud en el que la unión de la música de Yoav con mi voz consigue hacerse sentir bien a todos aquellos que lo escuchan».
«Damos salud»
En este sentido, Romana asegura que «conseguimos que se abra el pecho de todos los presentes, sacándote las emociones, ayudándoles a respirar con más calma y consiguiendo más salud para todos ellos en ese momento».
De los dos, el que tiene mayor experiencia en estos temas es el pianista Yoav, ya que desde hace tiempo acude los miércoles a Cas Serres a tocar allí.
Así, antes del concierto aseguraba con una gran sonrisa en su cara que «para mi es como un milagro y un regalo del cielo y una gran satisfacción ver como reaccionan todos los mayores y las muchas emociones que se generan personas que pasan mucho tiempo solos y sin apenas familias».
Todo esto se pudo comprobar de primera mano durante la tarde de ayer en este complejo residencial. Y es que antes de que empezase este pequeño concierto que ofrecieron esta pareja artística reinaba en la biblioteca un ambiente muy divertido.
Algo que fue posible gracias, entre otras cosas, a la permanente sonrisa de las animadoras Lola y Natalia, que, ataviadas para la ocasión con trajes y pelucas de colores vivos, lograron arrancar momentos muy divertidos a señoras como Margarita, Elsa o Angelina, que ya antes de que comenzara la actuación de Romana y Yoav ya estaba aplaudiendo con energía a los dos artistas.
Además, alguno como Avelino Díaz acudió vestido como un auténtico 'gentleman' hasta la biblioteca y no dudó en pedir con una gran sonrisa que «le sacaran guapo en la fotografía de mañana porque se la tenía que mandar a su novia», y otras, como la inglesa Molly, llegó corriendo por los pasillos con una especie de moto pequeñita que dejaba muy anticuada a las convencionales sillas de ruedas.
Pero de todos ellos había una de las residentes que era la que tenía motivos para estar más feliz de todos. Se trataba de Heather Bond, que ayer cumplía unos muy bien llevados 83 años acompañada de su hijo Andy y que bolsa de regalo en mano, disfrutó como la que más con el concierto de ayer.
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