Mesillas de noche, lámparas, tocadiscos, camas, televisores, lavadoras, bicicletas y hasta algún que otro par de esquíes despistados se almacenan en la nave de la Fundación Deixalles en Eivissa. Todos ellos esperan pacientemente una nueva oportunidad de que se les devuelva su vida útil.
Es lo que Joan Carles Palerm, el responsable ambiental de la fundación, llama reutilización. Algo que no es ni más ni menos que «arreglar todo lo que pueda ser usado para que aquel que lo necesite lo tenga operativo y se lo pueda llevar a casa por un módico precio». Así, se puede adquirir desde un piano de cola que están terminando de afinar hasta una cama que es una auténtica joya antigua y que cuesta 170 euros.
Según Joan Carles, «a la nave acude un perfil de gente muy variado ya que vienen desde coleccionistas que buscan películas en VHS o discos de vinilo hasta gente que va a alquilar su vivienda ahora en verano y necesitan añadirle algo de decoración». Por ello no es extraño que lo que más salida tiene sean los colchones, las mesas, las cómodas, o los electrodomésticos.
El reciclaje
Sin embargo, hay muchos de estos objetos que en la Fundación Deixalles no pueden arreglar. Es entonces donde entra la función del reciclaje, donde por un lado algunos se almacenan para después llevarlos a la península para ser tratados correctamente, y por otro, usarse para construir otros nuevos.
Esto es lo que sucede con las piezas de algunos electrodomésticos que ya no funcionan. Según Joan Carles «nosotros no podemos comprar las piezas que se han roto, el equipo de Marcos extrae las que valen y las guardan por si pueden ser instaladas en otros y hacer que funcionen».
Algo parecido sucede con los palés de madera que llegan hasta la nave industrial. Éstos, unidos unos con otros con clavos y con mucho trabajo, cobran vida en el taller de carpintería que comanda Aumir, transformándose en baúles, mesas, taburetes, sillas o muebles de jardín. Según Joan Carles, «todo se realiza bajo pedido y tiene tanto éxito que, incluso tenemos un catálogo donde se ofertan los productos a un precio que oscila entre los 80 y los 160 euros».
Desgraciadamente no corren igual suerte otra serie de objetos, sobre todo aquellos de hierro, que, como afirma Joan Carles «terminan fundidos en la Península para hacer chasis de coches o lavadoras». Y es que en la Fundación Deixalles todo lo que entra siempre sale con un uso.
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