Momento de la ofrenda floral en s'Estany d'es Peix; a la derecha portando la corona, Josep Triay, hijo de uno de los prisioneros.
En los terrenos de la antigua colonia penitenciaria de Formentera, es Campament de la Savina como se le conoce, a media tarde de ayer poco más de medio centenar de personas se reunieron para recordar el sueño libertario y de progreso que supuso la Segunda república, desde 1931 hasta 1936, cuando una rebelión militar acabó con el orden democrático establecido.
Organizado por el Fòrum per sa Memòria Històrica d'Eivissa i Formentera, los actos fueron simples, desprovistos de alharacas y tras la introducción a cargo del historiador Artur Parrón, Santi Colomar, igualmente historiador, fue el encargado de leer el manifiesto.
Fue especialmente significativa la aportación personal hecha por Josep Triay Nadal, menorquín que acudió al aniversario de la Segunda República en honor a su padre, Josep Triay Camps, que estuvo en la colonia penitenciaria y siempre la describió «como una de las prisiones más crudas en las que él había estado, y que quien había estado aquí había estado en el infierno». Triay reconoció que su padre hace unos años estaba muy ilusionado en regresar a Formentera pero con 93 años enfermó y murió hace dos años. «Por eso estoy aquí, porque le había prometido que lo traería y no pudo ser y así he venido yo, para conocer el lugar en el que sufrió tanto», apuntó.
Josep Triay Nadal era zapatero porque no pudo estudiar, tenía una cabeza privilegiada y todo lo guardaba, explica su hijo señalando que leía cuanto caía en sus manos y luego era capaz de recitar poemas o explicar lo leído. A su muerte su hijo se encontró con gran material relacionado con su estancia en la Savina y en otras cárceles, desde copias de sentencias primero de muerte, luego de 30 años de prisión y a medida que 'el Generalísimo' decía con sorna, cumplía años «les iba reduciendo esas penas», pero lo que Josep Triay quiso recalcar era lo que su padre decía siempre de Formentera «que quien había estado aquí, había conocido el infierno».
Triay, que se mostró muy emocionado al recorrer el recinto de la antigua penitenciaria, no pudo señalar si su padre fue del primer grupo de prisioneros mallorquines y menorquines en llegar a la Savina y que fueron los encargados de levantar el campamento, y tampoco recordaba de memoria la fecha de su llegada y de su partida de la isla, pero aseguró que entre la numerosa documentación hay manuscritos en los que explica con todo detalle estos y otros aspectos.
2 comentarios
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Claro que fue dura la vida en la colonia, pero la descripción idílico que hace Romaní en el primer párrafo parece sacado de Heidi y de su abuelito. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Recordem la Història. Honorem les víctimes i els resistents! http://raimonbono.blogspot.com