El día de ayer era un día de celebración en la casa de Alok y Merel, porque una de su hijas mayores, Goldie, por fin iba a alquilar la vivienda de Sant Carles que tanto quería. Sin embargo, la vida en esta familia es una celebración constante. El buen humor y la felicidad se respira en cada rincón y en cada gesto, desde la abuela Johanna, que se desvive por servir un té, hasta Asher, Rama, y las hijas Gaya y la más pequeña, Karuna, que no paran de jugar con la pequeña perrita 'Susu'.
Y eso que la vida para el matrimonio no ha sido un camino de rosas. Alok era socio en una inmobiliaria en Barcelona, y su mujer Merel, una gran modelo en Holanda. Ambos, antes de conocerse decidieron abandonar sus anteriores vidas para «encontrar su lugar en el mundo». Él por ejemplo, pasó un año en la India donde «me encontré conmigo mismo a través de la espiritualidad, la meditación y el silencio».
Después, el destino les llevó a conocerse cuando ambos acudieron a a finales de 1996 a un campo de meditación en Eivissa. Según Alok «el flechazo fue instáneo, aunque al principio entendernos fue todo un problema porque yo no hablaba inglés ni ella español». Sin embargo, la cosa funcionó a pesar de que en un principio se fueron a vivir a Holanda, donde a él le costó mucho aclimatarse. Afortunadamente, su amor sobrevivió y decidieron venirse para Eivissa donde, como comenta Merel entre risas, «empezamos viviendo en una tienda típica como las de los indios norteamericanos que nos hicimos nosotros mismos».
Esto les hizo más fuertes, y tras comprarse un autocaravana que todavía conservan en su casa, decidieron irse a Marruecos con toda la familia «donde descubrimos nuestra mayor pasión, que es recopilar y comprar cosas étnicas de los distintos países por los que viajamos». Algo que les permitió además encontrar una pequeña forma de negocio ya que como afirma Merel, «cuando volvimos a Benirràs en unos días nos compraron todo lo que habíamos traído».
Aquello, se fue extendiendo hasta el pequeño 'emporio' de bolsos, chalecos, monederos, cinturones y vestidos totalmente artesanales compuestos de telas y de productos étnicos llamados World Family Ibiza. De hecho, como afirma Alok «cada vez vamos teniendo más éxito, como demuestra que en Holanda todas las mujeres de los jugadores de fútbol tienen uno, hemos abierto una tienda en Barcelona y aparecemos en la portada de una conocida revista de moda de este mes».
Sin embargo, según Alok, «lo que no queremos es perder nuestro espíritu de empresa familiar porque, ante todo, yo me defino como un hombre de familia y para mí es mi fuente de felicidad». Tal es así, que cuando viajan al extranjero lo hacen todos juntos como en el último viaje en el que han ido toda la familia, incluída la abuela y una profesora de Valencia que da clases a los chicos. Con ello, los niños son unos auténticos privilegiados que hablan varios idiomas, tienen conocimiento sobre otros países, viven en la naturaleza y, además, tienen unos padres que apuestan «porque encuentren la pasión en su vida pero siempre basándose en su propia felicidad».
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