Una amplia representación de la comunidad educativa ibicenca rindió ayer un entrañable homenaje al maestro ibicenco Ildefons Juan Marí. El claustro al completo del colegio que Ildelfons dirigiera durante sus últimos 21 años en activo, CEIP Puig d'en Valls, pero también antiguos compañeros todavía en activo y otros muchos ya jubilados estuvieron presentes. También muchos representantes del mundo de la política y por supuesto familiares y allegados no quisieron faltar a la sala de plenos del Consell de Eivissa, aunque tal afluencia de público supusiera que muchos de los asistentes tuvieran que permanecer de pie.
El motivo fue el acto de entrega de la Medalla al Mérito que la Conselleria d'Educació i Cultura del Govern le ha concedido a Juan Marí y que recibió de manos del conseller del ramo, Bartomeu Llinás, y en presencia del presidente del Consell, Xico Tarrés.
Marí Juan llegó hasta la tribuna de la sala de plenos arropado por su hija y una enfermera que le cuida para recibir una Medalla al Mérito que «quiere reconocer la capacidad de liderazgo, la eficacia y un alto sentido de la responsabilidad», explicó Llinàs. El conseller añadió «el sistema educativo necesita siempre gente como él, personas que se implican en el trabajo diario, pero que, además, saben desarrollar proyectos y nunca dejan de tener iniciativas, ideas e ilusiones».
Llinàs apuntó que «era muy adecuado que la persona que estrenase la Medalla al Mérito de Eivissa fuese Juan Marí» y despidió su intervención con un «moltes gràcies, Ildefons».
Xico Tarrés también tuvo entrañables palabras para el galardonado maestro ibicenco a quien atribuyó parte de la responsabilidad de que él (Tarrés) estuviera hoy en política. Compartió, además, el presidente del Consell una graciosa anécdota sobre cómo Ildefons, en una ocasión, le explicó la lógica de los presupuestos de la institución «utilizando como ejemplos una matanza con sus sobrasadas pagesas y sus botifarrons que se partían en trozos. Y así acabé entendiendo los presupuestos», reconoció Tarrés.
Ildefons, por su parte, realizó un discurso entrañable en el que no faltó el humor ni la ironía, provocando, por tanto, las lágrimas, pero también la risa de los asistentes. Comenzó reconociendo, dado su estado de salud, «que no le había sido fácil llegar» hasta la tribuna de la sala de plenos. Después repasó brevemente su trayectoria profesional y algunos momentos destacados para despedirse de los asistentes con «salud para todos y hasta el año que viene».
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