El payaso Cachirulo entretuvo al público adulto e infantil con sus mejores historias y trucos de magia. | Marco Torres
Pequeños dragones de peluche, bomberos, policías, lagartos, piratas, hadas del bosque e incluso un Robin Hood son algunos de los disfraces que eligieron los alrededor de 100 pequeños que acudieron ayer con sus papás, mamás, hermanos y otros familiares a la primera fiesta benéfica de Carnaval organizada por Unicef con la intención de recaudar fondos que destinarán íntegramente a los más pequeños de Haití. «Hay mejoras, pero son muy lentas. Todavía queda mucho trabajo por hacer y no nos vamos a ir del país hasta que podamos garantizar derechos básicos, como educación y sanidad, para los más pequeños», explicaba Carmen Fano, presidenta de Unicef en Eivissa muy emocionada por haber colgado el cartel de 'aforo completo' en la puerta de la sala Ebusus de Vila, lugar donde el payaso Cachirulo ofreció un espectáculo lleno de color. «Como es Carnaval vamos a buscar en nuestro disfraz los poderes mágicos para pintar con nuestro dedo el color que queramos en este cuento», afirmaba señalando un cuento con ilustraciones en blanco y negro. Con ilusión y mucha magia, Cachirulo volvió a abrir ese cuento que, esta vez, casi resplandecía de la mezcla de colores que tenía en su interior.
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