Como una mañana histórica que dejará huella en la isla». Así definió el obispo de Eivissa Vicente Juan Segura lo vivido ayer por las calles de Vila con una marea humana de jóvenes trasladando la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud a su llegada al puerto desde Formentera hasta la parroquia de Santa Creu.

Fueron cerca de 500 los jóvenes de los colegios Can Bonet, Virgen de las Nieves, Trinitarias, Nuestra Señora de la Consolación y Sa Real, los que se sumaron a la procesión con globos, pancartas, bailes y muchas risas. Todos ellos se fueron pasando de mano en mano esta cruz de madera de 3,8 metros y la imagen de la Virgen María que la acompaña, sin importarles en ningún momento las estrecheces de las calles, los pisotones, y el peso de los dos iconos.

Y todo porque la de ayer fue para muchos de ellos, ante todo, una jornada festiva, con batucada brasileña incluída, que despertó el asombro de muchos vecinos que salían a sus balcones para presenciar el espectáculo desplegado hasta llegar a la Iglesia de Santa Creu, donde entró a hombros de un grupo de alumnos del Colegio Sa Real entre música y una gran ovación.

Allí esperaba un Vicente Juan Segura muy feliz que afirmó, antes de comenzar su omilía, que «era la ocasión que más jóvenes había visto reunidos en una parroquia desde que es Obispo de Eivissa». Por eso, aprovechó para animarles a «seguir el camino de esta Cruz porque muchos jóvenes se han hecho mejores delante de ella» y a unirse a la expedición ibicenca que viajará a Madrid del 16 al 21 de agosto. De momento, ya está asegurada la presencia de más de 2 millones de jóvenes de todo el mundo.