Con un humor ácido, pero cercano al mismo tiempo el humorista Riki López es quizá de los pocos cómicos españoles que se atreve a utilizar a partes iguales chistes y canciones en sus espectáculos. Este cantautor cómico será mañana el encargado de abrir el primer festival de humor de Eivissa, organizado por José Boto y Mar Sánchez, a partir de las 21,30 en el centro cultural Can Ventosa. El sábado, Flippy mostrará su lado más canalla a partir de las 20,00 horas (no recomendado para menores de 16 años), mientras que Goyo Jiménez cerrará este festival el domingo a partir de las 22,00 horas.
-Tu espectáculo se llama 'El hombre más feliz del mundo'. ¿Existe ese individuo?
-En mi caso sí, pero sólo mientras interpreto esa canción que da título y algo de sentido al espectáculo.
-¿Crees en la felicidad completa?
-No, por favor, qué ordinariez. Suena a menú de pringaíllo: 'felicidad completa con patatas de luxe y refresco mediano' [se ríe]. No, en serio, yo creo que la felicidad está en algún lugar del camino hacia la felicidad. No se trata de intentar atrapar el horizonte de la zanahoria prometida, ¿verdad? Basta con tener la vista sana para no dejar de mirarlo. Vamos, que es mejor la vista para la zanahoria, que la zanahoria para la vista.
-¿Unas buenas sonrisas acompañadas de carcajadas son el secreto de la felicidad?
-No, el secreto no, eso mismo puede ser la felicidad en sí. A mí es de lo que más me pone, por eso amo esta profesión: durante una hora y media, las personas anónimas que vienen a verme no sólo dejan de pensar en sus problemas sino que, además, se están partiendo la caja con los míos. También es verdad que cuando acabo, ellas vuelven a sus problemas y yo me quedo con su dinero, pero eso son matices sin importancia. Lo que nos vamos a llevar son esos `raticos´ que pasamos juntos y poco más.
-Además de las dificultades financieras globales, ¿el humor también está en crisis?
-Como negocio u opción de ocio puede ser, pero no como el potentísmo lubricante para la vida que es. El hambre agudiza el ingenio y, el humor, en tiempos difíciles, se hace imprescindible.
-He leído que en tu espectáculo la música es el hilo conductor, ¿en qué faceta te sientes más cómodo, como humorista o como cantautor?
-Yo soy cantautor cómico y en mi caso, efectivamente, la música es el medio y el humor el fin. Me costaría mucho subirme a un escenario y cantar canciones sin rebozarlas de risa, ni sabría por dónde salir de los jardines verbales en los que me meto, si detrás de ellos no llegara siempre una oportuna canción al rescate.
-Naciste en Mallorca. ¿El humor de las islas es diferente al de la Península?
-No, yo esto lo vengo haciendo por doquier. Es cierto que la ocasión, nunca mejor dicho, la pintan calva, y por supuesto que caerán guiños locales (incluso una canción, que estoy seguro le encantará a la audiencia ibicenca, sobre las desventuras de un mallorquín de pueblo en pleno centro de Madrid), pero mi humor, más que nacional o regional, es personal. Uno tiende a pensar que hay cosas que sólo le pasa a uno, pero no así; a todos nos pasan más o menos lo mismo y lo sentimos de un modo similar. Y por ahí tiro.
-El organizador del festival, y a la vez amigo tuyo, José Boto, ha dicho además que hilas muy fino con el humor, ¿qué te sugiere la expresión 'hilar fino'?
-Así `a Boto pronto´, me suena a obligar a la gente a leer entre líneas, pero no es para tanto; digamos que lo mío, como mucho, es para leer entre bingos. Lo que pasa es que Boto, como podréis comprobar el viernes mientras me telonea, ha hecho demasiados bolos por la Murcia profunda.
-¿Cuáles serían las claves para un buen monólogo y para conseguir entretener al público en directo?
-Lo primero es tener algo que decir. Lo segundo es saber contarlo siendo fiel a ti mismo. Y lo demás es aire con tropezones.
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