En una escena en blanco y negro, Vinila Von Bismark camina por las calles de Madrid mientras pasea a sus perros Paco y Pepe, dos Doberman en miniatura con quienes comparte este apellido aristocrático tan singular. Con un marcado acento granadino atiende el teléfono y explica cómo y porqué se ha convertido en la 'reina del burlesque'. Quizá, tras su paso este sábado por Eivissa se lleve un 'souvenir' de la isla inmortalizado en la piel.
-Este sábado trae su show burlesque a la fiesta Café Olé de Space, una mezcla entre estriptese y cabaret, pero cual es su aportación personal. ¿Qué va a poder ver el público?
-Es un show muy femenino, aunque hoy en día también lo hacen chicos. Está lleno de sátira, complicidad con el público y con un toque cómico. Siempre lo paso por mi filtro y, a veces, me llevo algún enano o a alguien de mi compañía. En éste en concreto me acompañará el saxo, que actuará en directo, que viene con The Lucky Dados, mi grupo. También me he esforzado mucho en el vestuario, ya que se hace en una macrodiscoteca.
-Entonces tiene un toque circense.
-A mí me gusta hacerlo así. Sobre todo, por mi relación con el circo. Soy trapecista, de pequeña he sido malabarista, zancuda... Antiguamente, en los años 20, se hacían intercambios y en los circos había una carpa del burlesque.
-Además, la han definido la 'reina del burlesque'. ¿Por qué?
-Estoy de acuerdo, aunque está mal que lo diga yo. Cuando saqué mi disco con Krakovia yo ya era bailarina de burlesque. Cuando salí, nadie sabía lo que era el burlesque. Jamas se había visto un espectáculo de burlesque. Quizá he sido la primera en ofrecer este show en España y por eso me llaman la reina del estilo. Me curro mucho los shows. No hago un simple desnudo, en algunos, apenas se me ve nada, ni siquiera el pecho. Le doy más importancia a este momento cómico o a la historia, o a hacer un show de la época que al desnudo o a la carne.
-También es una artista polifacética, canta, pincha, hace trapecio, toca la armónica y el ukelele, tiene su propio show. ¿Está coqueteando con alguna otra disciplina artística?
-Ahora mismo durante el verano no me he puesto con nada nuevo. Me pondré a pensarlo en septiembre. Aunque, la verdad, ya tengo demasiadas disciplinas en las que pensar. Tengo muchos que haceres todavía. (Risas)
-Estaba en el grupo Krakovia y ahora empieza un nuevo proyecto con un trío rockabilly, The Lucky Dados. ¿Qué supone?
-Estoy super ilusionada. Está funcionando estupendamente y mucho más que otros proyectos que he tenido. Estamos yendo a festivales, que ya es difícil, que te contraten en este tipo de sitios. Estoy flipando con la reacción del público. Somos cómo una tormenta que pasa por allí.
-¿Cómo es el disco de The Secret Carnaval?
-Hemos querido poner juntos los estilos que nos apasionan como el swing, el ska, sonidos tropicales y lo hemos puesto todo en nuestro filtro y ha salido el disco. Estamos preparando una sorpresita para Navidad para sacar un 45 pulgadas.
-Llama la atención su estética pin-up de los años 50. ¿Vinila es como de otra época?
-Sí, puede ser que sea de otra época. La verdad me encantaría haber vivido en blanco y negro.
-¿Qué es lo último que se ha tatuado?
-Me hice un faro cuando estuve en Tarifa. En lugar de comprar un souvenir me lo llevé puesto en la piel. Por la tarde, me hice un ancla porque me iba a ir y al final me quedé anclada un día más.
- ¿A ver que se lleva de Eivissa?
-Allí tengo muchos amigos tatuadores. Lo malo es que estaré poco tiempo Quizá el sábado por la mañana podía aprovechar y llevarme un souvenir de Eivissa. (Carcajadas)
-¿Irene López y Vinila son una o ella es su 'alter ego'?
-Son dos. Ella es mi alterego totalmente. Vinila está para cumplir los sueños de Irene. Es la que se sube al escenario, la que interpreta. Irene luego bajay es una chica humilde, trabajadora y perseguidora de sus sueños. lNatalia Salazar
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