Desde hace un mes la jornada de trabajo de Joan Benet y su equipo comienza a las ocho de la mañana en las cinco hectáreas y media que ocupan los 850 olivos plantados en ellas. Vicente, Bartolomé y Francisco recogen aceitunas desde hace cinco años: «Lo hacemos por afición. No es muy cansado ni muy duro», afirman. Y es que de la caña que se utilizaba hace muchos años para hacer caer las aceitunas han pasado a máquinas que mueven los árboles para que caigan estos frutos con los que se consigue el oro líquido ibicenco. Una vez en las redes pasan al proceso de lavado, donde además se separan de las hojas. De allí, a las máquinas prensadoras y centrifugadoras para pasar más tarde a los depósitos, donde el aceite reposa unos dos o tres meses antes de salir al mercado. «Hay gente que lo filtra, pero yo no lo hago porque creo que así mantiene mejor su sabor y textura. Únicamente lo dejo reposar».

La campaña

El trull de Joan Benet es la única almazara oficial en la isla, razón por la cual su volumen de trabajo se ve incrementado cuando comienza la recogida de olivas: «Empezamos con una almazara de 100 kilos por hora en 1999 y en la actualidad esta cantidad ha aumentado hasta los 1.000 kilos por hora. No creo que aumentemos la capacidad». Esta quizá sea la última gran campaña de recogida de esta finca de producción de aceite ibicenco, pues existen dos proyectos de creación de almazaras para el año que viene: «Sé que hay interés para crear otras dos explotaciones dedicadas a la producción de aceite y la verdad es que a nosotros nos vendría muy bien». Y es que al tratarse de la única almazara oficial, Benet se encarga de producir aceite de otros tantos kilos de aceitunas que le traen, además de las suyas.

 Desde el mes pasado, Benet y su equipo han recogido 100 toneladas de aceitunas: «Por el ritmo que llevamos hasta diciembre, que es cuando acaba la temporada de recogida, creemos que recogeramos unas 200 toneladas, que generararán entre 30.0000 y 40.000 litros de aceite».

La cosecha, según cuenta este agricultor, es muy buena: «Tanto que hace muchos años que no tenemos unas aceitunas con tanta calidad». Esto se debe en buena medida a que las aceitunas se han visto poco afectadas por la mosca del olivo, la principal enfermedad que ataca a este fruto, y a la cantidad que han dado los árboles. Otras plagas que pueden afectar a la cosecha son el barrenillo o la cochinilla, que no han aparecido este año en la finca Can Benet.

En cuanto a las condiciones metereológicas, Benet cuenta que los olivos suelen verse afectados por granizadas o fuertes lluvias: «Pero aquí no les ha influido», puntualiza. Este agricultor defiende la pureza y calidad del aceite de la isla: «Si se hace bien puede salir un aceite de excelente calidad. Personalmente recogemos el 50 por ciento de la aceituna cuando está verde porque el sabor es más afrutado. Cuando están maduras se tiende más a la acidez».

El trull de Joan Benet es la única almazara oficial de la isla, por lo que su volumen de trabajo se incrementa cuando comienza la temporada de recogida de aceitunas, que va de octubre a diciembre. Empezó con esta actividad en 1999 con una capacidad de 100 kilos por hora. En la actualidad se ha incrementado a 1.000 kilos por hora. Según cuenta Benet, está previsto que el año pasado se creen dos almazaras más, aunque los proyectos están aún por concretar. «La verdad es que nos vendría muy bien que hubiera dos almazaras más», explica Benet, pues además de recoger y elaborar su propio aceite se encarga de procesar las aceitunas que le traen a la finca.

De la aceituna, como del cerdo, se aprovecha todo. Incluso el hueso, que tras pasar por un proceso de triturado se utiliza como combustible para las calderas de calefacción, por ejemplo: «En lugar de hacerlas funcionar con gas o diésel se puede usar la masa triturada de los huesos de aceituna» En este sentido, el hueso de la aceituna es un combustible natural de origen no fósil que no presenta ningún nivel de contaminación, pues la quema de huesos de aceituna sólo emite el CO2 que absorbe el olivo durante su vida a través del proceso de la fotosíntesis. Para poder utilizarlo como combustible, el hueso tiene que estar seco, que es el que se obtiene de la elaboración de aceite. Si hablamos de cifras, con dos kilos de hueso de aceituna se puede obtener el mismo poder calorífico que el que genera un litro de gasoil.