En Asturias siempre hay que salir con gafas de sol y también con paragüas», comentó David, el guía turístico de uno de los grupos en los que se había dividio la expedición ibicenca. Durante todo el día de ayer sobró el paragüas y, en muchos momentos, también la chaqueta. Con más de 20 grados de temperatura comenzaba el recorrido por Oviedo, la capital del Principado de Asturias. Primero, hacia el monte del Naranco donde se encuentran dos monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985; la iglesia de San Miguel de Lillo y el palacio de Santa María del Naranco. «Ambas construcciones son prerrománicas, de la época del rey Ramiro I, en el siglo IX», decía David por el micrófono del autobús, mientras se podía divisar, no muy lejos, el propio palacio. Era tan sólo un pequeño apunte de las amplias explicaciones que recibirían una vez allí. Antes, en la pequeña senda que llevaba hasta las edificaciones, se produciría uno de los encuentros más divertido y auténtico del día. Juanjo, calzado con las madreñas de madera y guadaña al hombro, pedía a sus dos enormes vacas que no interceptaran el paso de los turistas ibicencos. Algunos pasaron intimidados y otros, la gran mayoría, aprovecharon para retratar la estampa.
En el corazón de Asturias
30/10/09 0:00
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