Entre el 12 de diciembre del año pasado y el 31 de enero este año los radares repartieron 5.043 multas, 123 al día, una recaudación realmente millonaria. Pero entre el 1 de febrero y el 30 de junio han sido 2.618, lo que supone una media de algo menos de 18 multas al día. La velocidad máxima permitida en los tramos en los que están instalados los radares sigue siendo de 80 kilómetros por hora. Después de que este diario hiciera pública la impresionante cantidad de multas impuestas de forma automática por los radares fijos de la autovía de Sant Antoni en su primer mes y medio de funcionamiento, la prudencia que desarrollaron los conductores para no ser sancionados ha dado resultado.

A partir de junio, ante la insistente petición tanto del Consell d'Eivissa como de la Dirección General de Tráfico (DGT), el Govern balear accedió a aumentar el tope de velocidad hasta los 100 kilómetros por hora en algunos tramos de la doble vía de Sant Antoni, pero son segmentos en los que no hay radares.

Antiguo punto negro

La media de vehículos que circuló por carretera de Sant Antoni entre el 12 de diciembre y el 31 de enero fue de 5.525 al día. La DGT no ha ofrecido este dato referente al periodo entre febrero y junio, pero es de suponer que habrá sido mayor. De hecho, según dijo el año pasado la responsable de Tráfico en las Pitiüses, Ana García, en abril de 2008 la media diaria de vehículos que circuló por esta vía fue de 20.000.

Los radares fijos están instalados en el punto kilométrico 7,900 en dirección a Vila y en el 9,600 en dirección a Sant Antoni, es decir, cerca de la entrada y la salida del túnel de Sant Rafel. Su presencia está señalizada y lo habitual sentir a los conductores pisar el freno cuando se acercan a los radares.

Según Ana García, se instalaron en este lugar porque era «el principal punto negro» de la isla. Sin embargo, según los datos de la Guardia Civil, estos puntos dejaron de ser puntos negros desde que se construyó la autovía.