La zona de sa Punta des Molí, donde se ubican 14 casetas varadero, ya está protegida como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de lugar de interés etnológico. Una declaración que ha tardado muchos años en materializarse y que ha contado con la oposición de Costas, que a lo largo de los años ha puesto objeciones por considerar que «no se justifica su protección».
Hace diez años, el Consell comenzó a tramitar este largo expediente, que no se llegó a concluir debido a que entre las casetas había algunas de construcción reciente y con materiales no tradicionales, por lo que se caducó en 2004. Posteriormente, el procedimiento se volvió a abrir y se matizó que se protegería el espacio físico, el valor etnológico del cual «está fuera de toda duda». De esta forma, el objeto de protección no son las casetas en concreto sino el espacio físico, por lo que los varaderos en sí no quedan directamente protegidos.
Plan de Sant Antoni
Ahora el Ayuntamiento de Sant Antoni tendrá que elaborar y aprobar un Plan Especial de Protección del espacio que decidirá las actuaciones a adoptar. Será entonces cuando se decida qué varaderos y en qué condiciones permanecerán, además de los usos. Lo mismo ocurrirá por ejemplo en sa Caleta, donde se está tramitando un BIC similar.
A lo largo de estos años, Costas ha presentado numerosas alegaciones para que se archivase el expediente. Desde el Consell, sin embargo, siempre se han rechazado sus argumentos porque la protección no significa que el Estado no pueda recuperar sus terrenos. Eso sí, si los recupera, tendrá que cumplir la ley de patrimonio y tener en cuenta la protección del lugar.
En el expediente se reconoce que el Consell ha cambiado de posicionamiento varias veces con una actuación «errática» y «falta de criterio». Además, el Estado «no siempre ha tenido la preservación del patrimonio como bandera de sus intervenciones». También los intereses privados de los usuarios de las casetas han contribuido a que ahora los valores etnológicos y patrimoniales estén «degradados» y «en peligro de desaparición». De hecho, se menciona que hace veinte años el conjunto todavía estaba «en muy buenas condiciones». En total hay 14 casetas, en muchas de las cuales hay grandes cambios porque al principio estaban hechas de uralita y bloques y se han forrado de piedra. Dos de ellas no existían previamente.
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