Pendientes de la llegada de las modelos, realizar una entrevista a una 'top' y a una Miss España novata, pruebas de ropa, preparativos... y tras tanto estrés, por fin llegó el desfile que pasó como un suspiro. Esta mezcla 'alcohólica' a más de uno se le subió a la cabeza y no precisamente en sentido peyorativo sino que los efectos de este dulce combinado duran aún a día de hoy. Apenas veinticuatro horas después de esta 'borrachera' causada por la moda ibicenca, llega el momento digerir con un poco de pausa que ha supuesto en Eivissa esta edición del fashion event.

Por un lado, el Consell d'Eivissa apostó por organizar el desfile en un acto abierto al público. Todo un acierto. Lo que, por un lado y en un primer momento, hacía pensar que se convertiría en un caos por la gran cantidad de público que se esperaba. Finalmente no fue así y más de 1.000 personas entre público, periodistas y políticos pudieron disfrutar de la pasarela con una organización excelente, con dos pantallas gigantes para no perder detalle y un desfile que divirtió por lo ágil, ya que tan sólo duró una hora y unos pocos minutos más. Además, sin olvidar que se trató de la pasarela de la crisis económica, lo que, a mi entender, no afectó al resultado en sí del propio desfile. Xico Tarrés, presidente del Consell, destacó que había sido un éxito y con un presupuesto menor que en la edición pasada. Lo cierto es que a mediados de junio se barajaron cifras sobre los 300.000 euros, la misma cifra que el año anterior. Eso sí, después nadie habló de números concretos.

Por otro lado, en esta edición no se echó en falta a ninguna estrella que acaparara la atención como lo hizo Elisabetha Gregorachi en la pasada edición, sino que muy al contrario, modelos como Verónica Blume, Carla Pereyra o Elisabeth Más, e incluso la joven promesa ibicenca Laura Castro, dejaron claro el sábado por la noche que aquí hay grandes profesionales y lo más importante, que los protagonistas de un desfile deben ser siempre las creaciones.

Esta edición de la pasarela Adlib ha sido, finalmente, un éxito, lo que hace que mi dolor de cabeza, daños colaterales de la resaca, sean hoy más llevaderos.