Luciano ayer en Santa Gertrudis, donde reside en Eivissa. Foto: MARCO TORRES

Sus miles de fans le conocen como Luciano aunque su nombre es Lucien Nicolet Zarzor. De origen chileno con raíces suizas, también es descendiente de palestinos, algo que le confesó su abuelo cuando tenía 26 años. Ahora, con 31, llena las pistas de baile de Eivissa y las del resto del planeta. Fiestas como Cocoon o Circoloco en el desaparecido DC10, lo han visto crecer musicalmente. Dj y productor, tiene también un sello discográfico y se confiesa demasiado «inquieto» como para estar sin hacer nada. «Crear, crear y crear», es su máxima.

-Luciano, mejor empezar por el final. ¿Cómo es el evento que has realizado en el festival de los Monegros?

-Aether, como se llama el show, en la mitología griega es el lugar entre el cielo y la tierra. En el show estoy orquestando una banda que está compuesta por cinco músicos, todos de Cadenza (su sello discográfico), que hacen música con computadoras y hay un chico que hace percusión, uno de los que diseñó el Hang Drum. Es como toda una orquesta de luces y de audio. Para mí la idea de fondo es tratar de componer en vivo y que la gente entendiera que está haciendo cada personaje y que fuera más un show en directo.

-¿Y el público cómo reaccionó?

-Algunos dicen: «es inútil lo que está haciendo». Otra gente dice que «está muy bueno». Esto es lo que me gusta: que la gente diga lo que piense. Eso era lo que quería que hubiera una reacción. Cuando haces algo que tiene una reacción es bueno.

-¿Cómo nace este innovador proyecto?

-Nació poco a poco y estuvo durmiendo varios años. Después toqué para un aftershow de Björk el año pasado en Roma tras uno de sus conciertos y conocí David Levy, que es su manager, y le conté un poquito y se lanzó. «Te voy a ayudar, te voy a apoyar», me dijo. Es una meta que me puse para traer algo diferente, algo que pasa en live...porque esta cosa de estar siempre 'chequeando' emails detrás de la computadora me aburre. Aunque lo haga, lo tengo más que presente, que cuando pincho con la computadora intento siempre usar maquinas que me reducen su uso. Para no estar todo el rato pareciendo que miras un mail.

-Ha pinchado en todo el mundo pero en Eivissa se le conoce sobre todo por pinchar en el DC10. ¿Lo añoras?

-Claro. Para mí, el DC10 es de estos sitios únicos, que pasan cada cierto tiempo en distintas épocas. Era un sitio donde todo esto del VIP de Eivissa, allí no existía. Te puede cruzar con un famoso pero todos están metidos ahí adentro sin más. Era un carnaval constante. No hay un lugar así en el mundo, no exite nada parecido. Se que hay cosas legales y que hay problemas con eso pero es un sitio que aportaba mucho y único en el mundo. Era el sitio underground de la isla donde pasaba la diversión misma. No había peleas, siempre había buen rollo. Era un lugar con buena energía y quitar eso es matar algo superbonito.

-Pasas desde la escena más underground a hacer eventos multitudinarios. ¿Cómo lleva esto?

-Lo llevo super bien. Intento no cambiar lo que yo hago, en lo que creo, por el sitio en el que esté, aunque haya 200 o 2.000 personas. Por ejemplo, en la terraza del Cocoon, con Ricardo [Villalobos], que llevamos muchos años, intentamos traer una alternativa de música. Con el paso de los años ha cambiado mucho pero al principio venía poca gente. Incluso en las primeras 'tocatas' en Eivissa nos echaron para fuera porque la música no era apropiada y cosas así. (risas)

-Ha habido una evolución en tu música del 'minimal'. ¿Hacia dónde?

-Sí, claro que sí. Pero tampoco me considero un artista que haga minimal. Yo tengo un background de música house, de todo la escena de Detroit...Siempre intenté mezclar un poquito música moderna con otros tipos de músicas. Mi música es muy colorida, me gustan las melodías, la música latina, las batucadas... Creo que es esto es lo que le gusta a la gente. Cuando hay una buena fiesta, como los lunes con Ricardo y Dice, me recuerdan esa sensación de euforia del carnaval en Brasil.

-Ahora estas en lo más alto, pero ¿cuándo y cómo comenzaste?

-Cuando tenía 14 años mi mamá me regaló una guitarra y empezó a atraer la música. Después tenía una banda del colegio en Santiago de Chile. Creo que tenía 16 años. Éramos Los Joes y hacíamos punk-rock. Sentía que tenía algo con la música, pero me molestaba que el baterista se quedaba con la novia, el bajista que no llegaba... Lo que aprendí es que necesitaba autonomía a la hora de hacer música. Luego me compré una caja de ritmos. Estaba también relacionado con la música de baile y toda la influencia de Detroit. Un día los dos mundo se me cruzaron. En medio descubrí el disjokeo y me encantó. Hicimos las primeras fiestas de música electrónica, muy underground, en una casa con diez personas. Formamos un grupito y nos dieron un espacio en la Batuta, una sala de rock, y hacíamos como media hora de techno. Delante de rockeros, todos nos miraban raro e incluso nos apagaban los cigarrillos en los discos. Más adelante, cuando Ricardo vino a Chile, porque él vivía en Alemania, conectamos superbien y comenzamos a hacer fiestas.

-¿Podría hacer un análisis de cómo está la escena musical en Eivissa?

-Eivissa se estancó mucho hace 7 u 8 años. Antes no había alternativas musicales. Ahora siento que la isla está en un momento duro pero que no es debido a la música sino a una cuestión política. Siento que ahora es Europa no Eivissa. Quieren formalizar demasiadas cosas, poner demasiadas reglas que, a fin de cuentas, matan un poco la cultura. La cultura nace del caos y si no hay libertad, un poco de caos, la cultura muere. Al imponer reglas, desaparece el caos y eliminas de 'a poquito' la cultura. Este es el cambio que veo. Musicalmente veo que ha evolucionado muchísimo.