El concierto de los Wailers en Formentera había suscitado una gran incógnita y un cierto temor de lo que podría suceder. La presencia de unos mitos como ellos aseguraba un desplazamiento masivo de espectadores. Así fue, desde uno o dos días antes se notó la llegada de mucha gente a la isla, muchos rastas, muchos perros, olor a sobaquina, bicicletas, litronas, sacos de dormir o esterillas de playa. Es lo que hubo, pero las cosas no pasaron a mayores como algunos temían; horas antes del concierto junto al aparcamiento donde se iba a celebrar el evento, asfalto hirviendo, los fans de Marley (que no de Wailers) comían bocatas, tomaban birras y hacían acopio de vituallas como pan, embutido y bebidas en el supermercado contiguo, que hizo su agosto, dormitaban en portales de las casas más cercanas o en los pocos rincones resguardados del sol.

GUILLERMO ROMANÍ

Tras el concierto, la desbandada, a la una acabó todo, lo cual es inusual en cualquier tipo de fiesta o concierto en Formentera lo que desconcertó al público y la gente copó los principales bares del centro de Sant Francesc o comenzaron en auto-stop, en bici o como fuera su peregrinaje a otros puntos como es Pujols o Sant Ferran donde se concentra la marcha nocturna.

Otros que debían regresar a Eivissa en cuanto pudieran dormían en las playas cercanas al puerto y los que pensaban quedarse al Flower Power Beach de la madrugada pasada, se iban a dormir a los bosques de la Mola o en las inmediaciones de la playa de Migjorn. Policía y Guardia Civil lo sabían y aunque controlaron lo que pudiera suceder, por tratarse de un caso excepcional no hicieron atestados por acampadas ilegales, advirtiendo eso sí a algunos que por la mañana tendría que volver.

Vecinos del parking de sa Senieta, donde tuvo lugar el concierto, se quejaron de que en la parte más alejada, la norte, la rural, fue un continuo ir y venir de gente a hacer sus necesidades y que ayer por la mañana había papel higiénico por todos lados, olores un tanto impactantes y suciedad acumulada.

El único suceso lamentable, al menos oficialmente, fue el atropello por alcance de un turismo a dos ciclistas que circulaban sin luces. Se produjo en el kilómetro 5 de la PM-820 a la altura de el cruce del molino de Sant Ferran, cuando un turismo se llevó por delante a dos ciclistas que circulaban por en medio de la carretera, según el conductor, y sin luces. Uno de ellos quedó encima del coche y cuando los servicios médicos llegaron, los primeros en hacerlo fueron efectivos de la Policía Local, decidieron su traslado en helicóptero a Eivissa; la otra víctima mostraba heridas de carácter leve y fue atendida en el propio Hospital de Formentera.