La jalea real, el própolis y la miel son algunos de los productos más conocidos de las abejas, aunque también existen otros igualmente beneficiosos para la salud del ser humano y los animales, como su veneno: «El veneno de las abejas contiene apitoxina, que se utiliza con fines medicinales; es quizá el producto menos conocido de la abeja», explica Christian de Selys, psicólogo y apiterapeuta, quien añade: «Generalmente, el veneno de las abejas se suele utilizar para tratar dolores articulares, hipertensión, artritis, artrosis, también para el asma, las hernias discales o situaciones de ansiedad o estrés porque refuerza, da un mayor vigor al sistema inmune».

El primer paso para saber si la persona puede recibir apiterapia es hacer una prueba de alergia: «Es muy importante y necesario porque lógicamente a alguien alérgico a las abejas no se le puede tratar con su veneno. Hay cerca de un dos por ciento de gente alérgica y las reacciones pueden ser desde una pequeña inflamación hasta un shock anafiláctico, por eso es tan importante hacer la prueba, que también sirve para comprobar si existen diferentes sensibilidades».

Tras la prueba, el apiterapeuta determina cuál es el motivo de la consulta: «Generalmente suele ser por dolor crónico causado, por ejemplo, por problemas articulares». Posteriormente se localizan las zonas donde se va a aplicar el veneno del insecto: «La mayoría de veces la ubicación es donde se localiza el dolor, pero parece ser que la propia abeja detecta una serie de campos magnéticos que suelen coincidir con los puntos de acupuntura. La abeja pica allí y se expande el veneno».

La aplicación del veneno se puede hacer directamente desde la abeja o bien sólo con el aguijón y unas pequeñas pinzas. Según cuenta De Selys existen una serie de contraindicaciones: «No es recomendable para las mujeres embarazadas, personas con diabetes, tuberculosis o que padezcan algún tipo de enfermedad cardíaca, por ejemplo».

Los beneficios de la apitoxina son muchos: tiene muchas propiedades anticoagulantes, dilata los vasos capilares, mejora la actividad del cerebro y el funcionamiento del hígado, por ejemplo.

Respecto a los efectos secundarios, el profesional afirma que disminuyen con las sesiones: «A casi todo el mundo le ha picado alguna vez una abeja. La inflamación inicial de la primera sesión puede durar dos días, por ejemplo, pero a medida que avanzan las sesiones la inflamación va disminuyendo», afirma De Selys.

María José Real