Pionero del arte abstracto de Balears, Rafael Tur Costa (Santa Eulària, 1927), recuerda que no pudo estudiar por «la desgracia que sucedió a la familia y tuve que entrar a trabajar muy joven para ganarme la vida», dice en alusión a la muerte de su padre en la Guerra Civil y cuyas vivencias plasmó en su libró Un al.lot eivissencs a la guerra civil. Fue determinante el año 1955 cuando conoció a Kurt Lass, un profesor de Bellas Artes de Berlín que vino a Eivissa con sus alumnos, uno de ellos la que luego sería su mujer, Anneliese Witt. «Les conocí y me entusiasmó la manera avanzada en la que pintaban. Introdujeron en Eivissa la pintura moderna», dice. A sus 81 años sigue con su pasión, la pintura.

-Ha mantenido un negocio propio que compaginaba con la pintura ¿El arte no da para vivir?

-Tenía un negocio en el que vendía artículos de viaje y algo de ropa. Nunca tuve que pintar para vender. Mi pintura fue muy poco comercial, se vendía muy poco. No daba para vivir.

-Pero ahora está muy cotizado.

-He tenido muchos premios y mi pintura está considerada.

-¿Con su libro consiguió cerrar las heridas del pasado?

-Sí, por eso lo escribí y también me lo aconsejaron. No lo hice casi con intención de publicarlo y empecé a escribir mis recuerdos. Ha tenido bastante éxito el libro. Me lo publicaron en catalán y espero revisarlo un poco y publicarlo en castellano, Me gusta el catalán pero si se publica en castellano lo leerá mucha más gente y me interesa que se lea.

-¿Qué opina de la Ley de Memoria Histórica?

-Está muy bien que se recuerde todo lo que paso, que se abran tumbas si se saben donde están y que las familias puedan recoger los restos y ponerlos decentemente en un cementerio. Hay quien se queja de que esto es remover la historia pero no es verdad porque ellos han tenido 50 años para hablar.

-Vive en una casa que hizo Erwin Broner ¿Le inspira para su trabajo?

-Sí. Es una casa bonita, grande y espaciosa. Tenemos dos estudios, uno para obra gráfica y para pintar, y el de mi mujer para hacer cerámica. Estamos encantados de la vida y llevamos allí casi 40 años.

-¿Qué le gusta de Eivissa?

-Me gusta todo, especialmente la de antes, la que era un pequeño paraíso. Ahora no me gusta como está creciendo, pero sigue siendo un paraíso.

-¿Qué hace falta?

-Hacer cosas. Es esencial organizar el tráfico en la ciudad. No le echo la culpa a las autoridades, pienso que ha venido todo de golpe. Se hacen cosas pero hace falta más.

-¿Cuánto tiempo dedica a la pintura ahora que está jubilado?

-Dedico 24 horas. El arte no sólo es pintar, un trabajo físico sino también de pensar las cosas, leer o estudiar. A veces sueño y sigo pintando.

-¿Qué opina de la imagen que se proyecta de Eivissa en el exterior?

-Depende a quién se dirija. La que se proyecta a los jóvenes es de salas de fiesta, alcohol, drogas y es muy peligrosa. Para lanzar otra imagen de Eivissa hace falta que se haga el Parador del Castillo y se acaben las obras. Sa Penya es una desgracia que se tiene que solventar. Podía ser una maravilla si se invierte mucho dinero y también Dalt Vila o la Marina.