Cristo en la cruz, durante el Via Crucis de ayer en Santa Eulària. Foto: MARCO TORRES

El Vía Crucis viviente que se escenifica el Viernes Santo en Santa Eulària es uno de los actos religiosos más populares y más concurridos de la Semana Santa ibicenca. Las 32 personas implicadas recordaron con esta representación el camino que hizo Cristo hace más de dos mil años desde el monte de los Olivos donde fue apresado y condenado a muerte hasta que fue crucificado en el monte del Calvario. Cada escena o estación fue interpretada con gran dramatismo y realismo y sobrecogían al numeroso público presente los gestos de dolor de Cristo, interpretado por el joven Jesús Àngel Ramos, que ya encarnó a Cristo el año pasado.

Sobre las diez de la mañana, hora en que estaba previsto el inicio del Vía Crucis, numerosos fieles se acercaron a las calle del Sol para ver la salida. El equipo encargado del Vía Crucis viviente añadió una estación más a las clásicas catorce. Ésta fue la primera de ellas, el Hijo de Dios es traicionado por Judas y apresado por los romanos. Más tarde es condenado a morir en la cruz. La comitiva encabezada por Cristo, que llevaba a sus espaldas la cruz donde más tarde morirá, era seguida por María, su madre y Verónica, que en la sexta estación limpia su rostro ensangrentado. El público fue siguiendo respetuosamente a los actores durante todo el recorrido.

La parte más alta del Puig de Missa estaba llena de gente que se había colocado en los mejores sitios para no perderse el momento de la crucifixión. Casi dos horas más tarde del inicio del Vía Crucis, un Jesús exhausto llegaba a lo alto del monte donde caía por tercera vez en lo que era la novena estación. En cada una de las escenas el párroco narraba los acontecimientos, tras ello todos los presentes rezaban una oración. Uno de los momentos más emotivos de toda la Pasión sucedió en la decimotercera estación cuando Cristo muerto es bajado de la cruz y puesto en los brazos de una María desconsolada. Las últimas estaciones fueron representadas en el interior de la iglesia con la sepultura de Cristo y con su resurrección. Natalia Salazar