María Segurado, abogada especialista en Derecho de Extranjería y en Derecho Laboral, cerró ayer el curso sobre la aplicación de la ley de extranjería impartido por Cáritas Ibiza. Es representante de esta organización ante el Gobierno en la mesa de negociación para la reforma de norma sobre este ámbito y asesora legal en la queja ante el Defensor del Pueblo presentada por Cáritas Ibiza y otras 16 entidades.
-¿Cómo se encuentra la aplicación de la ley de extranjería que ha tenido muchos problemas?
-Nuestra preocupación actual está alejada de esa contienda. Nos preocupa mucho la situación y la extraña ligazón que de repente ha descubierto todo el mundo que existe entre la inmigración y la crisis. Esa ligazón es cierta, pero hay una lectura desacertada.
-¿Qué lectura es esa?
-Percibimos que en vez de hacer una lectura compleja de la realidad lo que se hace es utilizar al inmigrante como cabeza o señal de estos momentos que son difíciles para todos. En Cáritas no hacemos jamás una diferencia entre inmigrante y no inmigrante sino hablamos de personas en situación vulnerable. Llevamos muchos años diciendo que los extranjeros están en situación vulnerable. En estos momentos de mayor dificultad económica son los más afectados. Lamentablemente lo que percibimos es que la visión que se da no es ésa, de una persona vulnerable que cuando las condiciones son peores se vuelve más vulnerable, sino de una persona que sobra y no ha sobrado nunca.
-¿Cómo se puede cambiar esa visión?
-Informando de las cosas en los medios de comunicación con un sentido crítico. Sobre el paro leemos muchas noticias sobre el desempleo inmigrante con mucha preocupación, pero nadie se preocupaba cuando decíamos que los inmigrantes tenían los peores empleos. Ellos también son víctimas de la crisis económica pero eso responde a un modelo económico que no funciona, a un modelo de sociedad que no funcionaba hace diez años. Ojalá seamos capaces de darle la vuelta y tener una visión más constructiva.
-¿Cuál es el mensaje que le gustaría transmitir?
-Los extranjeros están siendo uno de los colectivos más vulnerables y lo que nos jugamos no es sólo un modelo de integración por el que siempre ha apostado Cáritas. La sensación es que está cambiando a mayores tintes de racismo y xenofobia, que es lo que hay que evitar, y un modelo que no es de inclusión, sino de exclusión. Es un poco triste hablar de esto ahora cuando hemos estado 15 años con un modelo de crecimiento económico salvaje en el que no hemos sido capaces de disminuir la tasa de pobreza relativa. Ahora que hay un mal momento, no reduzcamos nuestro modelo de inclusión. Al contrario, hay que fortalecerlo.
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