Los estudiantes más pequeños del colegio S'Olivera miraban a sus maestras a la entrada del teatro y con cara de susto les decían: «Me dan miedo las brujas». De nada servían las explicaciones tranquilizadoras de las maestras acerca de que eran «brujas de mentira y, en este caso, brujas buenas». Durante la obra varios pequeños derramaron alguna lágrima ante los cantos y la risa un tanto aguda de la Bruixa de Paper. De nuevo los maestros consolaban a los más miedosos y los sentaban en sus piernas para tranquilizarlos. A medida que avanzaba la representación musical los niños iban cogiendo confianza con las hechiceras. En ningún caso se trataba de una obra que pudiera provocar miedo, pero el sensible y menudo público así lo demostraba. En cada escena, los personajes acompañados de una pequeña orquesta que tocaba en directo cantaban sus aventuras. Los niños mantenían su atención durante los minutos musicales y la sala de butacas se llena de pequeñas bocas abiertas y de ojos como platos. A cada carcajada de algunas de las brujas, uno a uno los niños se reían con risas contagiosas y miradas de complicidad con sus compañeros de clase.
"¡Me dan miedo las brujas!"
28/02/09 0:00
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