Fue una pequeña rúa, no sólo por su tamaño sino también por que los participantes, sin contar a padres y docentes, no superaban los 3 años. Todos juntos salieron de la escoleta sobre las 10'30 horas de la mañana y recorrieron las pocas calles que separan el centro educativo del bulevar Abel Matutes. Los niños, al llegar allí, vestidos con estrellitas y lunas fluorescentes, y ver el parque de juegos, se olvidaron por completo del Carnaval y sólo tenían ojos para los columpios. Muchos de ellos se quitaban los enormes gorros con forma de cono para que no éstos no les impidieran corretear libremente. Otros prefirieron dormir en el carrito, eso sí, con el disfraz puesto.

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«Este año hemos pedido a los padres su colaboración para elaborar los disfraces», comentó Marta Añibarro, directora de la escoleta. Para confeccionar los sencillos atuendos se realizaron diferentes talleres en los que los padres y madres pudieron realizar la vestimenta con bolsas de basura y pegatinas en forma de estrellas y lunas. «Esta vez vamos a reutilizar los disfraces para crear una sala de
llum en la que con luces de neón y material fluorescente se crea una atmósfera especial.

También hay material de lectura especial para este espacio», añadió Añibarro. También sorprendía ver a padres, madres y docentes igualmente disfrazados. Todo un éxito de participación e implicación en este peculiar Carnaval de la escoleta.

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