Foto: GERMÁN G. LAMA El Alzira neutralizó en apenas dos minutos el gol de Joan Castillo. En la imagen los jugadores bermellones se lamentan tras la consecución del tanto de Quintana.

Paso atrás de la SE Eivissa. El equipo rojillo volvió a firmar tablas -y ya van cinco en las seis últimas jornadas- en el partido, posiblemente, más trascendental de lo que queda de año. El conjunto de Quique Yagüe disponía de una oportunidad de oro para salir de la zona de descenso ante el Alzira y demasiado hizo con rascar un punto, porque, aunque parezca mentira, el colista fue superior.

El Eivissa ofreció una de sus peores caras de la temporada, con un juego tan estéril como insulso -si es que practicó algún tipo de juego-. No se encontró cómodo en ningún momento, con unas bandas sin capacidad de desequilibrio y un centro del campo que ni olió la bola ni la circuló con fluidez. El once rojillo no se mostró tan sólido como en otros partidos, pero buena parte de culpa la tuvo un cuadro valenciano que de farolillo rojo ofreció bien poco. Con un sistema idéntico al local, los pupilos de Robert Fernández no sólo tutearon al equipo de Can Misses, sino que dominaron sobre el césped. Su centro del campo y defensa mostraron menos fisuras, y en ataque se ampararon en la calidad individual de Alexandre, el mejor del encuentro, para generar peligro. Menos mal que Manu tuvo una buena tarde, porque si no el mal podría haber sido mayor.

El encuentro careció de chispa, con dos equipos sabedores de lo que había en juego y un exceso de respeto por parte de ambos. Las primeras ocasiones las creó la escuadra local. Pisano, en el minuto 13, recibió un centro desde la banda derecha y cabeceó a las manos del portero. Luego, Sanz, que ayer levantó la cabeza menos de lo habitual, probó fortuna desde unos 30 metros sin suerte. La réplica la dio Cabarcos en una falta directa que salió rozando la escuadra (20').

A partir de entonces, el Alzira se sacudió la presión y se vino arriba. Christian asustó a la parroquia local en un disparo lejano que se marchó lamiendo la cepa del palo derecho de Manu en el minuto 27.

Ante un Eivissa desaparecido, los visitantes se adueñaron del choque y siguieron buscando el primer gol hasta el final del primer tiempo. Hasta en tres ocasiones lo tuvieron en sus manos. Una gran acción de Alexandre por la banda izquierda, en la que recortó a José Rodríguez, estuvo cerca de romper el cerocerismo del marcador rebasada la media hora de juego, pero su disparo al primer palo lo repelió Manu con una estética palomita. En el 40', una falta botada cerca del área se paseó por el área pequeña tras tocar en un defensor y el balón acabó saliendo junto al palo. Por último, en el 46', de nuevo Alexandre se filtró por la banda izquierda y dio un pase de la muerte a Baquero que éste mandó a las manos de un bien colocado Manu. El árbitro señaló el final del tiempo reglamentario y Can Misses tomó aire.

Tras el descanso, José García, de cabeza en un córner botado por Àngel Sánchez, dispuso de una buena ocasión para el Eivissa, que trenzó su mejor jugada del partido en el 56' en una triangulación entre Pisano, Sanz y Raúl Garrido, quien forzó un córner. A falta de media hora para el final, Pisano, tocado del tobillo, cedió su lugar a Julien, que no anduvo muy activo. Yagüe, al ver que las ocasiones de gol brillaban por su ausencia, decidió dar entrada a Jonan en la media punta por un irregular Àngel Sánchez. El vasco forzó una falta en el 76' al borde del área y Joan Castillo, tras recibir el balón de Raúl Garrido, mandó un obús raso al fondo de las mallas. Increíble, pero cierto. Con la ley del mínimo esfuerzo, el Eivissa ganaba.

Sin embargo, la alegría le duró un santiamén, pues Quintana, en el minuto 80, hizo bueno un pase de la muerte de Alexandre tras una jugada rocambolesca; un mal despeje de Castillo había hecho que el balón rebotara en la espalda de su compañero José García y acabara finalmente en pies del interior zurdo visitante, autor del pase de gol.

Entre la decepción y la leve lluvia que empezaba a caer, el público empezó a desfilar por las gradas, dejando desangelado un estadio de Can Misses que sigue sin ser el fortín deseado por la SE Eivissa. Y es que el equipo sigue en la cueva.