La Comisión Insular de Ordenación Urbana y del Patrimonio Histórico Artístico (Ciothupa) del Consell d'Eivissa aprobó ayer aceptar el Catálogo de Patrimonio Histórico de Sant Antoni que incluye más de 300 edificaciones y elementos de valor o relevancia histórica a los que se podrían sumar más posteriormente.
«Se trata de un documento abierto, como el resto de catálogos presentados, puesto que no incorpora algunos elementos de interés como, por ejemplo, los caminos históricos», explicó la consellera insular de Patrimoni, Margalida Torres.
El listado de elementos incluye 14 Bienes de Interés Cultural (se incluyen todas las iglesias y torres del municipio, además del paraje de sa Punta des Molí, en trámite de aprobación) y 107 yacimientos arqueológicos, todos ellos elementos con el máximo nivel de protección contemplado por la ley.
En el nivel intermedio se encuentran los seis Bienes Catalogados registrados en Sant Antoni, así como nueve molinos harineros y 14 de agua. Por último, con la menor protección figuran 39 pozos y fuentes, así como 125 casas pagesas. «Que se incluyen en el nivel más bajo es positivo pero después se verá cada casa por si se mantiene o se incrementa la protección», dijo la consellera.
Todos los municipios, a excepción de Santa Eulària, que lo tiene muy avanzado, han presentado ya sus catálogos de bienes patrimoniales, un documento que debe estar en manos del Consell antes de final de año.
Restos valiosos
La Ciothupa también acordó exigir que las obras de construcción en el número 34 de la Vía Púnica contemplen la «excavación y la posibilidad de conservar in situ» los restos púnicos y del bajo imperio romano hallados.
También se pediráal Consell de Formentera que declare BIC el derelicto (elemento sumergido) romano entre Punta Pedrera y Cap des Falcó. Por otro lado, también se propone que se conviertan en BIC tres molinos, dos de ellos en Puig d'en Valls, y otro en el Pla de ses Salines.
La Ciothupa aprobó ayer dar el visto bueno a las obras de reordenación de las infraestructuras hidráulicas de Dalt Vila, una intervención que permitirá mejorar la red de saneamiento de la zona que actualmente tiene numerosas filtraciones que han afectado a las murallas.
Eso sí, la luz verde a las obras incluye la obligación de que «la apertura de la zanja se mantenga bajo un estricto control arqueológico y que todo resto significativo sea comunicado al Consell, que decidirá sobre su futuro», explicó Torres quien justificó dicha cautela en el hecho de que las obras partirán de la Plaça de Vila, bajarán por el túnel del Baluard de Sant Joan hasta la calle Comte de Rosselló, «por lo que pasarán muy cerca de la muralla y podrían, incluso, encontrar algún tramo oculto de la misma».
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