José Juan Cardona (Sant Rafel, 1960), Pepe d'es Ferrer para los amigos, ya tiene una cita que no quería. Llevaba varias semanas diciendo que él no sabía nada de lo que pasaba en aquella oficina de comisiones conocida como Consorci per al Desenvolupament de les Illes Balears (CDEIB). Incluso lanzó al aire, como quien trata de desviar a los perseguidores de su pista, que el mismísimo Jaume Matas, ex presidente del Govern, fue la persona que le 'colocó' a la Antònia Ordinas que admite todo y más en esa trama de corrupción bautizada con el nombre de Scala. Pero la matemática de la justicia le ha alcanzado -sería escandaloso que se escamoteara su testimonio después de que varios implicados hayan dado su nombre y apellidos- y ahora tendrá que comparecer ante la jueza instructora y decir 'algo', lo que sea, por más que las quinielas den tres posibilidades que le dan de lleno, todas negativas para él: si no sabía nada, mal; si sabía algo, peor; y si está implicado, ¿qué decir entonces?

El 'imputado' Cardona es un político complejo, de los que tienen más registros de los que gustan hacer ver. Para empezar, su imagen pública en Mallorca difiere notablemente de la que tiene en Eivissa, algo que probablemente él mismo en su momento potenció. Normal: allí se ha desenvuelto desde el primer momento en las grandes alturas, ejerciendo y disfrutando del status que dan sus cargos, de su personalidad pública. Aquí, sin embargo, como cualquiera, tiene un pasado, relación con alguien; es hijo, primo, sobrino y amigo. Es de carne y hueso, con sus filias, fobias, amigos y, seguro, enemigos. Aquí alguien le ha visto de novato, de meritorio, de estudiante, y, como cualquier otra persona, nunca podrá separar esa imagen de la de flamante conseller, diputado autonómico, senador o presidente del PP. Allí, tan sólo un año después de acceder a la presidencia del PP pitiuso, fue nombrado coordinador general del Partido Popular de Balears porque ese Matas al que ya ha invocado consideró que siendo president él ya no daba para más. En los últimos meses, sin embargo, su cotización está a la baja, por más que esta misma semana sus compañeros ofrecieran un gran respaldo en este asunto de corrupción que les trae de cabeza y que ven que pisotea aún más su ya de por sí dañada imagen. Pero la cuestión no es si obtiene adhesiones o no, sino en si toda la trama de Ordinas y Kurt Viaene, director general de Promoción Industrial en la 'era Cardona', se hizo a sus espaldas, ignoró o participó. Ahí es nada.

Registros

Cardona -como a Zapatero, los no íntimos le conocen por su segundo apellido- tiene que estar preocupado, aunque se lo guardará para sí, como suele hacer con sus cosas, sean públicas o privadas. De hecho, es algo que algunos de sus compañeros de partido en Eivissa, del que por cierto es presidente desde 1999, en más de una ocasión han lamentado que acapare todo el control, así como que olvide que tiene gente alrededor que tiene que ir trabajando para las siguientes elecciones. Porque siempre hay una nueva cita electoral por delante. Algunos lo ven pasar por la sede con sus carpetas bajo el brazo, sin decir ni a dónde va ni de dónde viene. Antes, cuando era conseller, era incluso peor, porque no tenía tiempo para nada que no fuera lo suyo, parte de lo cual ahora está, precisamente, bajo sospecha.

De hecho, aún debe dolerle la que le cayó encima el año pasado cuando perdieron las autonómicas y municipales porque el PP de Eivissa había 'bajado el ritmo' y fue esto lo que provocó, a ojos mallorquines, la derrota en todas las instituciones en juego. Fue a él al que más reprendieron en público (en privado está por ver), también porque siempre es más fácil hacer que la culpa sea de otro. Precisamente. El resto del retrato lo componen, para el anecdotario, su primera 'aparición pública' en el panorama balear, tras ser nombrado conseller de Agricultura y Pesca, por haber sido denunciado por pesca ilegal. También el haber encabezado populosas expediciones político/mediáticas a lugares tan fascinantes para su ámbito -ya en este caso en Comerç i Indústria- como Shangai, en al menos dos ocasiones, y Nueva York, con el pretexto de la promoción de la producción balear. Precisamente su número 2 ocupa, a no ser que la jueza diga lo contrario, la 'cúpula' de la trama que le pone en esta tesitura.

Caso Formentera

No hay que olvidar tampoco su pequeño papel en el caso Formentera, aquel de la inscripción 'mágica' de residentes argentinos en el censo electoral de esta isla en unas elecciones muy disputadas, ante cuyo instructor también tuvo que acudir en calidad de imputado, algo que a un abogado no le tiene que sentar nada bien porque sabe lo que le puede caer.

A su favor hay que decir, de todas formas, que en las imágenes su figura resulta afable, próxima, aunque luego en el cuerpo a cuerpo sabe ser contundente cuando quiere, cerrarse en banda o, simplemente, ignorar a quien le puede suponer un inesperado incordio. Paradójicamente, eso que en otras circunstancias puede ser considerado una buena práctica ahora puede volverse en su contra.