onos, orangutanes, flores, elefantes, guerreros, caramelos y calaveras son algunas de las ilustraciones que se pueden ver hasta el próximo domingo en el Azul Café (Isidor Macabich, 23). Alberto Peñas intentó durante años no seguir los pasos de su padre, un afamado pintor «de los típicos que cogen el lienzo, un caballete y se sienta enfrente de una iglesia para plasmar lo que ve», explica este joven de Benavente (Zamora). Un buen día, su madre le animó a que se presentara al concurso de carteles de las fiestas de su pueblo: «Siempre me había mostrado un poco reticente, pero el año que me presenté gané el primer premio». Y a partir de ahí: «Me vino todo rodado. Empecé a pintar con pincel en acrílico y con óleo. Poco a poco fui decantándome por la tendencia actual que se puede ver en las obras que se exponen en el Azul Café». Unas ilustraciones de líneas finas, depuradas que muestran algunos rasgos d de la personalidad de Alberto, sus inquietudes y sobre todo sus gustos, aunque él mismo reconoce que no sabe cómo definir su estilo: «No puedo concretar lo que hago; no sé cómo catalogarlo. Sé que es algo diferente y sé que gusta porque mucha gente me pide que les haga diseños para sus tatuajes». En este sentido se encarga desde hace años del diseño de tatuajes siguiendo la misma tendencia que se puede ver en sus obras.

Alberto luce en el hombro derecho un tatuaje que dice mucho de su personalidad: «En una parte se puede ver el mundo, en otra la naturaleza y dentro de la misma un guerrero; representa la lucha diaria que vivimos todos en la sociedad». Su próxima exposición será en Sant Agustí del 16 al 26 de octubre.

María José Real

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