Para aquellos días que los visitantes están casados de ir a la playa sin más, existen múltiples opciones para disfrutar de una jornada divertida y además conocer más en profundidad las maravillas de la isla.

Una de estas posibilidades es hacer un recorrido turístico que comenzará en la zona norte de la isla. Allí cerca del pueblo de Sant Miquel, a unos 4 kilómetros, que tiene una de las iglesias más emblemáticas de la isla de Eivissa, se encuentra la cueva de Can Marçà. Tiene una cota de unos catorce metros sobre el nivel del mar, desde donde se inicia la visita. La cueva tiene una antigüedad de más de 100.000 años y se formó por fallas telúricas y ha pasado por glaciaciones y calores tropicales estando en la actualidad casi fosilizada, salvo en las más profundas galerías donde el goteo continúa formando estalactitas. Esta cavidad fue descubierta y utilizada por contrabandistas en la que escondían bultos de mercancías izándolas desde el mar desde una abertura situada a unos 10 metros. Actualmente se puede distinguir claramente las señales de pintura, roja o negra, que marcaban el camino para otra salida en caso de huida o de emergencia.

La cueva es de una belleza extraordinaria ya que quedaron fosilizadas las corrientes subterráneas de agua. Además desde el mirador de la terraza de la cueva de Can Marçà se divisa la Torre d'es Mular, una torre de vigilancia situada al borde de un gran acantilado. Allí las vistas son espectaculares y se puede apreciar que se trata de una de las zonas más vírgenes de toda Eivissa.

Para concluir el recorrido, el visitante podría dirigirse a una playa situada a tan sólo dos kilómetros de la cueva. Se trata de la playa de Benirràs una de las más auténticas y en la que los domingos se celebra en la arena la fiesta de los tambores. Acto que se ha convertido en una parada muy solicitada por los turistas.