A las siete de la tarde, un centenar de personas se reunieron en Vara de Rey para protestar contra las nuevas ordenanzas municipales que regulan los horarios de cierre y apertura de los locales de ocio de la isla. La que parecía que iba a ser una concentración que no iba a tener mayor trascendencia acabó convirtiéndose en una manifestación que recorrió algunas de las calles más conocidas de Vila. Pese a que ninguna discoteca, local ni club reivindicó haber organizado esta manifestación, que se ha dado a conocer a través de mensajes móviles, dos de las tres pancartas que se podían ver pertenecían al recién clausurado DC-10. Representantes de este local aseguraron no haber organizado este evento, porque «hace más de un mes y medio que está cerrado. Si hubiéramos sido nosotros, la habríamos organizado entonces», remarcaron. Pese a ello, aprovecharon para destacar el agravio comparativo entre este local y otras discotecas que «tienen los mismos expedientes y que no se han cerrado».
Por su parte, propietarios de comercios y locales del puerto, que en ningún momento quisieron dar sus nombres, se quejaron de los horarios de cierre porque les hace «perder ingresos», pero también lamentaron la suciedad de la zona. Por último, algunas de las personas que formaron parte de esta marcha afirmaron que «no estamos en contra de la normativa, sino que creemos que se debería haber hecho de forma progresiva. Se tendría que haber ofrecido alguna alternativa porque lo que va a pasar es que el año que viene dejará de venir gente», auguraron.
El ambiente se empezó a caldear hacia las ocho de la tarde, cuando los manifestantes decidieron tomar por su propia cuenta, y sin permiso de la Delegación del Gobierno, las calles de Vila. Con cacerolas, música a todo volumen de diferentes coches (también espontáneos) y mucho olor a cannabis recorrieron todo Bartomeu Roselló donde hicieron dos sentadas, una al principio y otra al final, en las que cantaron «libertad, libertad». De esta manera, poco a poco, los curiosos se fueron uniendo a la protesta que a la altura de la parada de taxis de Vila ya contaba con más de 300 espontáneos.
El mayor incidente se produjo delante de la tienda 'La Sirena' donde dos policías nacionales impidieron que algunos manifestantes entraran en el comercio. Los improperios se dejaron oír por doquier y lo más suave que dijeron fue «con tanta madera, haremos una hoguera». Finalmente, a las nueve los jóvenes finalizaron el recorrido en la Plaza del Parque.
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