Buscar aparcamiento es casi un rally.

VANESSA DÍAZ

Los atracos, las peleas, la suciedad y los problemas de circulación se han convertido desde hace varios años en algo con lo que los habitantes del barrio de es Pratet deben convivir a diario. Éstos no comprenden el por qué de dicha situación y la achacan, por lo general, a la falta de interés tanto por parte de los vecinos como de las administraciones en la resolución de los problemas.

Jesús Calvo, miembro de la asociación de vecinos del barrio, asegura que las instituciones no aportan las soluciones apropiadas. Para él, las recientes obras a las que se sometió el solar donde estaba ubicada la antigua plaza de toros no han sido más que un desacierto ya que, desde entonces, todo está lleno de polvo. Sin embargo, este no es el único problema derivado del mantenimiento de dicha zona pues asegura que, día tras día, puede observar desde el balcón de su casa como los que regentan dicho lugar se drogan, se asean con el agua procedente de tuberías sueltas, roban e incluso intimidan a los turistas pidiéndoles dinero, una situación que Jesús tilda de «insostenible»: «No comprendo cómo en un sitio tan céntrico y turístico como este pueden darse unas condiciones similares».

Agravios

Para Carmen Cárcel, encargada de un establecimiento de la zona, el mayor inconveniente es la falta de limpieza que se da en las calles, lo cual provoca un hedor continuo que propicia la aparición de roedores e insectos de todo tipo. Jaime Bonet, otro de los comerciantes del lugar, asegura que varios tenderos de la zona tienen previsto dirigir un escrito al Ayuntamiento presentando sus quejas para ver si de este modo «logramos algo».

Por su parte, Gabriel Garcías, director de un conocido hotel del barrio, afirma que, además de los puntos anteriores, la circulación es algo que también se vuelve imposible debido a la falta de aparcamiento, lo que provoca el estacionamiento de los vehículos en medio de la calle ocasionando largos atascos.

La mayoría de los habitantes de Es Pratet coinciden en demandar una serie de mejoras que permitan al barrio alzarse con dicho calificativo pues, como afirmaba Jesús, «esto no es un barrio, sino una zona tercermundista».