Niños y niñas trabajando en las distintas tareas de limpieza de los restos de un humano prehistórico como los que se encuentran en el museo de arte púnico.

Los cursos que organiza el museo de arte púnico de Puig d'es Molins están formando a futuros arqueólogos. Y en caso de no llegar a tanto, desde luego ofrecen a estos jóvenes la posibilidad de conocer muchos detalles divertidos y sorprendentes sobre la historia de nuestros antepasados pitiusos. Ayer, el grupo que participa esta semana en el taller de arqueología visitó el santuario de es Cuieram y a su regreso aprovechó para fabricar figuras de escayola de la diosa Tanit. Una vez secas, las pintaron con colores vistosos como hacían los antiguos habitantes de las islas y las sortearon entre los alumnos.

Cada semana, un grupo de veinte niños participa en estos talleres que constan de multitud de actividades. Aunque sin duda, la favorita de los chavales es la excavación y la extracción de restos humanos. Las plazas ya llevan meses cubiertas, lo que demuestra que el interés por la historia de los jóvenes de las Pitiüses es creciente. El lugar exacto donde se llevan a cabo estos talleres es una casa payesa situada en la parte más alta de la necrópolis, junto al antiguo observatorio.

Para Carmen Mezquida, esta situación facilita el desarrollo de este taller. «Con el pretexto de la casa payesa los niños no sólo aprenden sobre arqueología sino también sobre arquitectura y oficios tradicionales de la isla».

En uno de los lugares de excavación, los niños pueden limpiar restos con pinceles, tal y como hacen los arqueólogos profesionales. Y es que muchos de los niños que participan en este taller aseguran que les gustaría dedicarse a la arqueología cuando fueran más mayores. «A mi me gustaría ser como Indiana Jones pero mi madre dice que con esto no se gana dinero», confesó entre risas una de las niñas.

En otro de los lugares, los niños pueden cribar la arena que extraen de las tumbas en busca de piedras preciosas u otros objetos de otros tiempos. Pau y Pere son primos y ya son todos unos expertos en estos talleres. Para ellos esta es la cuarta y la quinta vez, respectivamente, que participan. Fue Pau el que animó a su primo a apuntarse después de que él se lo pasara en grande haciendo de arqueólogo.

Los dos aseguran sin dudarlo que les gustaría viajar a Egipto para conocer de primera mano los secretos que albergan las pirámides. «Lo que más nos gusta de este taller es excavar y encontrar esqueletos», comentaron. Mientras unos trabajan en la limpieza de los restos, otro grupo se encargaba de extraer los huesos del hipogeo que se encuentra muy cerca de la casa payesa. En él, dos tumbas sirven como lugar de trabajo para los pequeños, que excavan la arena y la suben a la superficie mediante un sistema de poleas.

Junto a Carmen, Yago García-Rodeja y Noelia Torres ayudan en las tareas de pintura, excavación y extracción. A pesar de que la mayoría de restos con los que trabajan son de plástico, los niños también tienen el privilegio de trabajar con restos antiguos que se han extraído de la propia necrópolis. A parte de estos talleres de arqueología, existen muchos otros para que los que repiten encuentren variedad en las actividades lúdicas que aquí se practican.

Los niños también pueden cocer su propio pan y hacer un taller de mosaico. Para el primero, los jóvenes muelen en maíz en un molino manual hecho de piedra como los que se utilizaban antaño y posteriormente cuecen las hogazas en un horno que hay en la casa payesa. Con estas y con muchas otras actividades los niños pueden pasar unas divertidísimas vacaciones de verano durante las cuales no paran de aprender.

Laura Tur