Matías Ferrer otea el horizonte desde su puesto de vigilancia en sa Talaia. Fotos: AINA DE GISPERT

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las 11 horas empieza la jornada laboral de Matías Ribas. Este joven ibicenco pasa diariamente nueve horas solo en la caseta de vigilancia situada en lo más alto de sa Talaia. Lleva cuatro años trabajando y asegura que cada año le gusta más y quiere mantener su trabajo durante mucho tiempo. Para muchas personas, observar el horizonte en busca de incendios podría resultar aburrido o deprimente. Para él, es apasionante. Pasa la mayoría del tiempo paseando, vigilando, escuchando la radio y leyendo la prensa. Para comer, un pequeño camping gas le sirve para calentarse la comida, si no un sandwich frío traído de casa es suficiente.

Existen otros cinco puntos de vigilancia como este desde los que se controlan los montes de toda la isla, Corb Marí (ses Salines), Camp Vell (Santa Agnès), Sant Llorenç, Sant Joan y Sant Vicent. Además, dos brigadas anti-incendios, formadas por siete personas cada una, se encargan de vigilar la zona norte y la zona sur de la isla de mayo a octubre, los meses de máxima alerta. Aunque también realizan tareas de prevención, lo cierto es que su trabajo se hace visible durante los meses más calurosos. Por la orografía y el tipo de masa forestal de Eivissa, sin los técnicos del Ibanat, un incendio podría propagarse hasta arrasar toda la superficie de la isla. Aunque su trabajo es invisible para muchos, están perfectamente coordinados en caso de emergencia y son contundentes e implacables ante cualquier pequeña columna de humo que detectan.

El entrenamiento para estos profesionales es imprescindible para poder actuar con eficacia en caso de emergencia. Eva Clapés, una de las cuatro mujeres que forman parte de este equipo lo confirmó: «Estos entrenamientos son cruciales, porque cuando hay un fuego, por pequeño que sea, te pones más nervioso y tu estado es distinto. Es imprescindible que todo el mundo tenga muy claro lo que tiene que hacer en caso de tener que salir a actuar».

Cuando Matías o Bartomeu Ferrer visualizan una columna de humo se activan todas las alarmas. Y automáticamente se despachan el helicóptero y el avión anfibio, con una capacidad de 5.500 litros, que permanecen aparcados en el aeropuerto. El primer ataque impide que el fuego aumente y acabe por descontrolarse. En un ataque ampliado, que correspondería a un incencio de interés nacional, podrían llegar a Eivissa hasta diez medios aéreos desde Mallorca y otros puntos de la Península, como ocurrió en el gran incendio de Morna de 2005.

José Argandoña, uno de los tres técnicos ingeniero de Montes que trabajan para la Conselleria de Medi Ambient aclaró cual es la norma a seguir para evitar catástrofes durante estos meses, «entre el 1 de mayo y el 15 de octubre está prohibido encender cualquier tipo de fuego a menos de 500 metros de masa forestal». La cantidad de falsas alarmas que se reciben durante estos meses es considerable, pero, como dice el dicho, en estos casos ellos saben muy bien que es mejor prevenir que curar.

Laura Tur