La Conselleria d'Afers Socials del Govern balear firmó ayer un convenio con los municipios de Santa Eulària, Sant Antoni y Sant Josep para continuar con el programa Alter en la isla de Eivissa, un proyecto que está dirigido a jóvenes con dificultades de adaptación en los centros escolares.
Hasta ahora este programa sólo se ofrecía en los municipios de Sant Antoni y Sant Josep y cada uno tenía una unidad formativa y siete plazas para chicos con problemas de seguimiento del curso escolar. Como novedad, este año se ha adherido a este sistema el municipio de Santa Eulària. De esta manera, la isla tendrá un total de tres unidades formativas, una por municipio, y 21 plazas durante el 2008.
Según la consellera d'Afers Socials, Fina Santiago, está previsto que durante el 2009 el programa Alter llegue también al municipio de Vila y a Formentera, con cuatro y tres plazas, respectivamente.
Otra forma de enseñar
Alter es una alternativa formativa dirigida a los jóvenes de entre 14 y 16 años que faltan mucho a clase y que tienen dificultades para adaptarse al ritmo escolar. Según Santiago, el objetivo es «compaginar el mundo laboral y la educación para evitar el fracaso escolar». Este plan permite que los alumnos hagan prácticas en empresas para aprender un oficio, al mismo tiempo que siguen asistiendo al instituto, al menos dos veces por semana, para realizar «asignaturas imprescindibles como lengua española o matemáticas». La metodología utilizada en las unidades formativas da mucha importancia a los aspectos relacionados con la actitud y la conducta, se intenta «que adquieran habilidades sociales y que sobre todo ganen en autoestima», remarcó la consellera.
Asimismo, Santiago destacó que este programa tiene un grado muy elevado de éxito», porque el 37 por ciento de los alumnos que lo han hecho deciden retornar a la educación reglada en el instituto y un 50 por ciento se decanta por la inserción laboral.
La conselleria d'Afers Socials invertirá este año 550.000 euros para impulsar este programa en todas las islas. Este dinero se destina a pagar a las empresas que forman a estos jóvenes, mientras que los ayuntamientos procuran un educador social que hace el seguimiento individual de los jóvenes.
Desde la conselleria se reconoció que siete plazas por municipio son pocas, pero que lo importante es que «cada año se continúe con el programa y se invierta más presupuesto para garantizar el éxito del programa y su continuidad». Los jóvenes que entran en este programa son chicos de entre 14 y 16 años con dificultades de conducta y de integración escolar. Según explicó la consellera, quienes deciden los estudiantes que entrarán en este programa son el claustro de profesores, junto al tutor del alumno y un equipo de orientación. Principalmente, se trabaja la autoestima de los chicos para «hacerles creer que son competentes y hacerles volver» a estudiar.
Durante el primer periodo de este programa, han participado 154 alumnos, de los que 126 eran chicos y 28 chicas.
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