Durante los meses de verano, el barrio de la Marina alcanza su máxima ebullición. En él, se congregan un gran número de artistas que, llegados de cualquier parte del mundo, salen cada noche al mismo escenario, la calle, para actuar frente a un público muy peculiar, los viandantes y clientes de las terrazas de la zona. Un trabajo que convierte estas vías en espacios de expresión, donde el arte cobra vida de la mano de los personajes más variopintos. Entre ellos, hay mimos, músicos y pintores que convierten su trabajo en puro arte urbano. Una disciplina donde el lenguaje visual cobra vida cuando cae el sol impregnando las calles de frescura, espontaneidad y color.

Irene Luján

Uno de estos artistas es la estatua humana, Luis Alberto Silva, quien con sus múltiples estilismos viste el barrio cada noche y cautiva a grandes y pequeños. Llegó a España desde Buenos Aires hace 21 años y cada verano desde hace ocho años repite su cita veraniega con la isla. «Empecé a hacer mimo en Barcelona en las Ramblas, porque caí en el paro y tuve que buscar otras opciones», comentó el artista acerca de un trabajo que le ha llevado a una vida nómada por Italia, Francia, Portugal y Holanda. «Busco tres cosas: que la gente se asombre, se ría y reconozca tu trabajo», comentó este mimo que ya desde pequeño se interesó por el teatro y la percusión. «Al principio fue muy difícil y casi lo dejo, porque la calle es dura, pero poco a poco vas perfeccionando» y añadió: «Lo que más me gusta es el contacto con la gente, la risa de los niños y el dinero, claro», puntualizó entre risas. Un salario que, según estos artistas, es cada año más reducido. «Antes vendía 3 o 4 retratos al día, pero ahora hay días que no se vende nada y otros, uno o tres», comentó el pintor de retratos y caricaturas, Thaer Mahdi, quién tras salir de su país Irak, debido a la guerra, se trasladó a Alemania con su familia y llegó a la isla en el año 90. Desde entonces repite cada verano su temporada en Eivissa y, como buen conocedor, alerta acerca del «cambio del turismo» que se ha producido, según opinó, porque «los negocios han cambiado subiendo los precios y reduciendo la calidad y el servicio». «Cuando viajo durante el invierno a Dubai, Australia o el Caribe la gente dice: «Ibiza party island», pero esto era antes. Ahora sólo hay fiesta de discotecas, se han acabado las otras opciones. Creo que deberían abrir más y respetar a la gente que viene años aquí, el ambiente hippy, el arte en la calle, la música, porque esto es lo realmente atrae a la gente aquí», precisó Thaer, que ve como año tras año la Marina va perdiendo la esencia que nacía cada día al caer el sol.