La distribución de la propiedad de la oferta de alojamiento turístico reglado en las Islas es más que concluyente, puesto que casi el 70 por ciento de las plazas son propiedad de pequeños y medianos propietarios, que son los que tienen que padecer la presión de los grupos turísticos y touroperadores a la hora de negociar subidas de precios en la contratación de las temporadas turísticas.
Esta radiografía del sector hotelero da una idea de la atomización existente y de la compleja distribución de hoteles y plazas turísticas en todas las zonas vacacionales de las Islas.
Las cadenas hoteleras representan el 33,78% de las plazas totales, es decir 143.012 de las 423.259 registradas en la Conselleria de Turisme. En Mallorca, dijo porcentaje se sitúa en 38,19% (286.231 plazas), en Menorca en el 24,09 (49.962 plazas) y en Eivissa-Formentera el 27,27% (79.398 plazas). En la información de Eivissa falta por registrar el hotel de cinco estrellas Fenicia Prestige que abrió sus puertas el pasado año.
A parte de las grandes cadenas (Sol Meliá, RIU, Barceló, Iberostar, Fiesta, entre otras), la propiedad de muchos hoteles está repartida entre pequeños accionistas, la mayor parte de ellos por empresas familiares, que han ido incrementando sus activos de forma paulatina en los últimos cincuenta años.
Curiosamente, las cadenas hoteleras (ver gráfico adjunto) disponen de la oferta de mayor calidad, es decir de cinco y cuatro estrellas, mientras que la oferta de tres, dos y una estrella hotelera está en manos de pequeñas, medianas y empresarios privados.
Asimismo, en el comparativo de plazas y número de hoteles propiedad de cadenas y pequeños empresarios, la cifra de establecimientos controlada por las cadenas hoteleras supera con creces a los que pertenecen a empresas familiares o pequeñas y medianas empresas, puesto que las cadenas gestionan unos 308 establecimientos hoteleros (de uno a cinco estrellas), frente a los 252 de los pequeños empresarios.
Este hecho viene mediatizado por el esfuerzo inversor que hay que hacer en materia de modernización, que normalmente solo lo pueden afrontar de una forma anual las grandes cadenas, como lo demuestra el hecho de que durante este invierno se hayan invertido 300 millones de euros en rehabilitación, mejora y modernización por parte de las cadenas hoteleras en las Islas.
La Conselleria de Turisme indica que la oferta de alojamiento balear va a entrar en una fase de modernización permanente, «porque es la única forma de ser competitivos ante la presión de los destinos vacacionales de la cuenca mediterránea. Esta tiene que ser la estrategia a seguir en la próxima legislatura, así como la apuesta por la calidad en todos los segmentos de la cadena turística». El auténtico reto de la oferta hotelera es poder satisfacer la demanda vacacional en los próximos años, de ahí la diversificación y especialización en la que ha entrado para poder captar nuevos nichos de mercado.
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