Los músicos Juan Verdera y Julián Hernández, ayer por la tarde, horas antes del concierto de Siniestro Total en Sant Josep. Foto: SONIA GAITÁN

Dos amigos que se encuentran, dos músicos que rompieron moldes en los 80, dos artífices una movida que revolucionó a todo un país. Juan Verdera, ex bajista de Derribos Arias, y Julián Hernández, líder de Siniestro Total, se reencontraron ayer en Sant Josep después de verse por última vez a principios de los 90 para compartir el concierto que Siniestro Total ofreció en la isla junto a Derribos Arias en el párking de ses Salines. Ha llovido mucho desde entonces y, más aún, desde que se conocieron 25 años atrás en la discoteca Marquee (actual Rockola) cuando Siniestro se estrenó en Madrid con Derribos de teloneros.

Ayer tocaba prueba de sonido en la plaza de la iglesia, horas antes del concierto, pero Verdera y Hernández tenían mucho de que hablar. Sentados en el bar de enfrente, con unas cervezas y unas hierbas con hielo de por medio, comenzaron una ida y vuelta muy personal: que si los divorcios, los hijos, la misma edad de ambos (46 años) y «gracias protuls por existir» (el aparato que desde hace quince años les permite componer más fácilmente). Una charla de coincidencias y cosas en común, interrumpida en algún momento por la prueba de sonido del batería que, según Hernández, «es un invento de las cárceles chilenas de Pinochet»; una percusión que competía ayer con las campanadas de la iglesia que el capellán hacía sonar cada quince minutos. Entre tanto, Hernández se sorprendía gratamente mientras Verdera le contaba que hace diez años que se dedica a la música electrónica y que viaja por todo el mundo como dj y, Verdera, a su vez, lo flipaba al oír que Hernández también escribe para dos periódicos. Pero bueno, la entrevista obliga y cuando un mínimo silencio aparece, comienzan las preguntas.

-¿Qué hacéis para permanecer vigentes?
-Verdera: En mi caso es llevar todo pasito a pasito y luego ser bastante cabezota.

-Hernández: Y con bastante curro, porque el curro de la música aquí es una especie de tarea de héroes, de suicidas. Quiero decir que España es un sitio de sordos, el rock es muy minoritario y que hubiera un momento en que se vendió mucho fue un espejismo como otro cualquiera.

-¿Un espejismo llamado los años 80?
-H: Fue un tiempo en que se creó menos industria de la que se podría haber creado, y después la cosa se diluyó un montón; las supercompañías se aprovecharon de lo que les interesó y lo demás lo dejaron un poco así de lado. Pero bueno, la supervivencia ya es la hostia.

-V: Y sobrevivir también por la gente, porque tenemos la suerte de quitarle el corte que llevan durante toda la semana y de hacerlo el sábado, que es el mejor día. Porque haces algo y hay una reacción porque les gusta; te sientes como un mensajero.

-Habéis seguido una trayectoria amplia después de la Movida ¿Os molesta que los encasillen en la música de los años 80?

-H: Eso es normal, la gente se queda con los primeros esquemas y con el primer cliché. Nosotros, por ejemplo, para todos somos un grupo punk, pero también hemos grabado música pop y muchas otras cosas.

-V: Y por otra parte somos vanidosos así que no nos importa que se hable bien de nosotros.

-¿Cuál era vuestro mensaje en aquellos años y cuál es ahora?

-H: No había ninguna pretensión de mensaje, pero con un pie fuera yo creo que sí había uno y era 'somos libres para hacer lo que nos dé la gana', que era una cosa muy punk, eDo it yourself, en la música y en las letras.

-V: Que es lo que pasa ahora con la música electrónica, pero yo en la actualidad me he vuelto más trascendental y romántico.

-¿Y tú Julián?
-Y yo más soplapollas, pero por envejecer. Porque en realidad, si lees entre líneas, las barbaridades que decimos ahora son más gordas que antes cuando decíamos 'culo'.

-¿Qué salvaríais de aquel naufragio en el que muchos se quedaron a la deriva?

-V: A nosotros mismos, que ya es bastante.
-H: Y aunque sea con un patito de goma. Pero también hay un montón de cosas y un montón de discos. Se consiguió meter un país en la modernidad y se consiguió convencer de que lo divertido no es lo contrario de lo serio sino de lo aburrido. Luciana Aversa