Concienciar a la población sobre la importancia y la urgencia de reforestar en unos tiempos en los que los efectos del progreso se hacen cada vez más patentes y preocupantes. Éste es el objetivo que persigue la jornada de plantación de árboles que tuvo lugar ayer en la finca Can Tomeu situada en la zona de Ca n'Escandell. Una iniciativa con la que el Ayuntamiento de Eivissa pretende adherirse a la campaña de la ONU que persigue plantar 1.000 millones de árboles durante 2007. En este sentido, durante la jornada pasaron cerca de 100 niños, de 10 a 13 años, pertenecientes a los colegios públicos de Can Misses y Can Cantó. «Lo que nos interesa no es hacer una plantación de producción, sino de colección para dar a conocer las diferentes floraciones y frutas», explicó Rosalina Marí, ingeniera técnico agrícola y coordinadora técnica de la escuela taller de jardinería, acerca de una finca que espera convertirse en el futuro en el parque d'Escandell y que ocupará 100 mil metros. En ella, ya se ha llevado a cabo la recuperación de la casa donde, en el mes de octubre, comenzó un taller de ocupación destinado a adultos de más de 25 años para recuperar puertas y techos y labrar la tierra y a la que se le dará un uso de aula de naturaleza, unas actividades que suponen la primera piedra que dará forma al ambicioso proyecto de recuperación en el que se incluirán la construcción de infraestructuras de luz, agua y cultivos. Entre los frutales que plantaron los pequeños se encontraban laureles, granados, olivos, ciruelos, caquis, albaricoques, nísperos, membrillos, moreras y almendros, uno de los árboles más característicos de nuestra geografía. En total, 70 árboles frutales de 13 especies diferentes y 22 variedades que, según los técnicos, crecerán en cuatro o cinco años y que los pequeños, divididos en grupos, fueron plantando siguiendo las indicaciones de los técnicos y los propios alumnos de la escuela taller, convertidos en profesores por un día. «Es muy divertido, porque lo hemos hecho todo nosotros, el hoyo y plantar el árbol», comentaba David, alumno de la escuela Can Cantó. No obstante, durante la jornada, también hubo tiempo para reponer fuerzas con un almuerzo donde los pequeños pudieron degustar productos saludables como zumos de naranja, mandarina o limón y un queese realizado con productos locales y ecológicos.

Irene Luján